Durante el denominado Cautiverio de Babilonia del pueblo hebreo, aparecieron una serie de personajes, que hablaban en nombre de Dios, anunciando al llamado pueblo elegido de que Dios, a pesar de las dificultades estaba presente y que se disponía a enviar un Salvador.
La palabra profeta figura en la Septuaginta, donde los setenta eruditos que traducen la Biblia del hebreo al griego, utilizan el vocablo griego profētēs confiriéndole el significado del término hebreo nabí. Al hacerlo, se refieren únicamente a los profetas del judaísmo.
La tradición profética de Israel es muy antigua. El libertador Moisés es considerado profeta por las tres religiones monoteístas. Con los jueces también hubieron otros profetas como Samuel, que de alguna forma inicio al primer Rey de Israel en nombre de Dios, primero, equivocadamente, a Saúl y después a David.
Los últimos libros de la Biblia forman todo un compendio profético en la que la relación de Dios con el pueblo de Israel se restablece, aunque el hecho de que los propios profetas les dijeran literalmente "las verdades" no le sentó precisamente bien. Sin embargo, Jesucristo siempre hecho en cara la actitud del pueblo de Israel contra los profetas, diciendo que en el se cumplian la Ley y los Profetas. De hecho, recordemos la Transfiguración en la que aparecen Moisés (representando a la Ley) y a Elías (representando a los profetas) a los lados del Mesías.
Los profetas se clasifican en mayores y menores.
Profetas mayores
- Isaías
- Jeremías
- Ezequiel
- Daniel
Profetas menores
- Oseas
- Joel
- Amós
- Abdías
- Jonás
- Miqueas
- Nahum
- Habacuc
- Sofonías
- Hageo
- Zacarías
- Malaquías
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