Hieronymus Bosch conocido como El Bosco es uno de los más grandes y extraños pintores que ha poblado la tierra (y es mucho decir). Sus obras pasan de la belleza al estilo más histriónico posible y nada lo representa mejor como El jardín de las delicias.
Antes un poco de historia: El prudente Felipe II, Rey de España, el hombre más poderoso de la tierra, era un gran admirador de las pinturas de El Bosco. Tanto es así que gracias a él, España es el país que tiene más obras del pintor holandes. Concretamente, Felipe II adquirió el tríptico en la almoneda de los bienes de don Fernando, siendo llevado al monasterio de El Escorial el 8 de Julio de 1593. El Rey Felipe II reunió hasta nueve obras de Hieronymus Bosch en El Escorial.
Felipe II |
El Jardín de las Delicias es un tríptico, cuya finalidad principal es el servir como obra moralizante. Las consecuencias de caer en el pecado. Aparte de esto, representa toda una sátira de una sociedad absurda y ridícula cuando se aleja de Dios. Como todo tríptico es conveniente analizarlo tanto cerrado como abierto, ya que ésto nos puede ayudar a conocer en cierta medida el pensamiento religioso de un hombre como El Bosco.
Hieronimus Bosch, El Bosco |
En su parte exterior cuando esta cerrado podemos se alude al tercer día de la creación del mundo. Vemos a un globo terráqueo, con la Tierra dentro de una esfera transparente. Solo hay formas vegetales y minerales y sin animales y personas.
Está pintado en tonos grises, blanco y negro, correspondiendo a un
mundo sin el sol ni la luna. El motivo por el que eligió el día tres de la creación no esta claro, aunque cabe decir que dicho número
era considerado un número completo, perfecto, ya que en sí mismo
encierra el principio y el fin de todo. En la esquina superior izquierda, aparece una pequeña imagen de Dios, con una tiara y la Biblia sobre sus rodillas. En la parte superior podemos leer leer la frase, extraída del salmo 33, IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA S(U)NT, que ejemplifica a la perfección lo que El Bosco pretende mostrarnos, ya que significa "Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado".
En su parte interior se nos presenta en el panel izquierdo una imagen del paraíso donde se representa el último día de la creación, con Eva y Adán y un mundo perfecto en el que no hay mal y todo vive en armonía. A destacar la imagen de un Drago, una especie endémica de Canarias, que se encuentra detrás de Adán y que representa al árbol de la vida, mientras la derecha esta el Árbol del bien y del mal. Es llamativa la figura de un Dios antropomorfo joven (el cual agarra de la muñeca a Eva), que se nos parece más a Jesucristo que a un Dios habitualmente pintado como un anciano.
En el panel central se representa la caída del hombre, pero no mediante el famoso fruto que supuso el pecado original, sino con la locura desatada representada en la lujuria, uno de los siete pecados capitales más perseguidos (si no el que más) durante muchos años.
En esta tabla parece el acto sexual y es donde se descubren
todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había
perdido la Gracia inicial; el hombre se ha apartado de Dios y, por lo tanto, del camino correcto.
El panel derecho es el más terrible porque representa al infierno. Allí vemos figuras imposibles, desgarrandose de puro dolor, ya que han sido condenadas a vagar allí para la eternidad. Muchos aseguran que El Bosco antes de elaborar sus tomaba sustancias alucinógenas o drogas que le hacían ver figuras imposibles y seres demoniacos. Cuando uno ve la grandiosidad y monstruosidad del panel derecho, no le extraña que pudiera tomar determinadas drogas.
El contenido simbólico de esta monumental obra de El Bosco esta relativamente clara: Al abrirse, realmente se cierra en si misma, ya que en su contenido
está el principio y el fin humano. El principio en la primera tabla, que
representa el Génesis y el Paraíso con la creación del ser humano, y el fin en la tercera, que representa el Infierno o donde puede acabar el hombre si se aleja de la Gracia de Dios.
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