Imaginense la escena: dos gladiadores pelean en el circo de Roma frente a la atenta mirada del Emperador, su corte y toda la plebe, la cual disfruta en torno al espectaculo. Al final, uno de los dos cae derribado por el oponente, que pone una espada sobre el cuello de un malherido adversario. Entre la multitud congregada, algunos le piden al César que levante el pulgar, mientras otros que lo baje ¿Qué decidira el hombre más poderoso del mundo conocido?
Antes de nada, hay que decir que nos hemos tomado una imagen equivocada de esta trascendental decisión (sobre todo para el gladiador derrotado). Sí el César levantaba el pulgar no quería decir que el derrotado viviera, sino al contrario y viceversa. Resulta que el pulgar levantado simbolizaba que el gladiador victorioso desenvainara su espada para acabar con su rival, mientras si el pulgar era hacía abajo, se simbolizaba la espada envainada y, por lo tanto, que se respetara la vida del derrotado. Muchas películas de estilo peplúm como "Quo Vadis" o "Gladiator" han cometido tal error y de hecho, el director de esta última, Ridley Scott, llegó a decir que para su obra se basó en la celebre pintura "Pollice Verso" (la que abre este post) del pintor francés Jean-Léon Gérôme, la cual en cierta medida perpetuo el error, aunque esto viene de antiguo y tiene como "culpables" a los Cristianos.
La institucionalización y desarrollo del Cristianismo (primero en Roma y después en el mundo) hizo que se creyera que el pulgar hacia arriba señalaba al cielo y, por lo tanto, al bien o la salvación y el pulgar hacia abajo, señalaba al infierno y, por lo tanto, al mal o la muerte. Así, según esta "revisión histórica cristiana", el pulgar hacía arriba señalaba la salvación del reo, mientras el pulgar hacía abajo señalaba la condena del derrotado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario