Los Eizaguirre

El origen deportivo de los Eizaguirre lo tenemos en su tierra natal y concretamente en la Real Sociedad. Agustín Eizaguirre natural de Zarauz es considerado el primer gran portero no sólo del club de San Sebastián, sino de la nutrida historia de guardameta del País Vasco.

Agustín inició su andadura en 1912 y estuvo 14 años en el club (en el que se retiró), contando entre sus exitos un subcampeonato de España y varios Campeonatos de Guipúzcoa. Portero de gran agilidad (lo llamaban el ángel volador), formó parte de la Real Sociedad que inauguró el campo de Atocha. 

Podía haber jugado en la Selección, formada para los Juegos Olímpicos de Ámberes de 1920, pero nunca debutó con el combinado nacional (no jugó ni un solo partido internacional) debido a que en la portería española estaba uno de los mejores guardametas de nuestra historia: Ricardo Zamora. Una anéctora de Ámberes es que antes de disputarse el segundo partido del torneo Eizaguirre (Zamora había hecho un gran primer partido, dejando la portería a cero) abandonó la expedición y regresó a España aduciendo que debido a la portentosa actuación del portero catalán, él no pintaba nada en Bélgica. 

Dos grandes guardametas

Fue precisamente unos meses después (concretamente en Noviembre de 1920) cuando nacería su hijo Ignacio. Cinco años después se retiraba Agustín, pero eso no le quitó su querencia por la portería. Ignacio sería un gran portero. 

Debutó precisamente con la Real Sociedad en 1936, año de la terrible guerra civil, pero su carrera la haría en plena posguerra no en el equipo de San Sebastián, sino en el Valencia con quien ganaría 3 Ligas y una Copa, teniendo la posibilidad de debutar con la Selección Española (en una época donde no se jugaban muchos partidos), jugando 18 partidos, yendo incluso al Campeonato del Mundo de 1950 (donde quedamos cuartos), pero siendo suplente de Ramallets. 

Ignacio Eizaguirre se retiró en el Osasuna (previo paso por la Real Sociedad) en 1960. Un año después fallecía su padre Agustín. Los dos Eizaguirre, padre e hijo, forman parte de lo mejor de la historia del fútbol español.