"La cosa era terrible; me pareció que había cuarenta o cincuenta muertos. Bajé a las butacas. Aquello era imponente; en el teatro, grande, lleno de luz, se veían los cuerpos rígidos, con la cabeza abierta, llenos de sangre; otros, estaban dando las últimas boqueadas. Había heridos gritando y la mar de señoras desmayadas, y una niña de diez o doce años, muerta. Algunos músicos de la orquesta, vestidos de frac, con la pechera blanca empapada en sangre, ayudaban a trasladar los heridos... era imponente"
Aurora roja, trilogía "La lucha por la Vida" de Pío Baroja
Era una época convulsa en España. Hace unos años había muerto el Rey Alfonso XII de forma inesperada (se estaba en plena Regencia de María Cristina por la minoría de edad del Rey-niño Alfonso XIII), uniéndose a ello una España que veía peligrar sus últimas posesiones en ultramar y la aparición de determinados grupos que amenazaban con hacer saltar por los aires un sistema en clara decadencia y que encontraría su punto culminante a finales del Siglo XIX con el asesinato de Cánovas por parte de un anarquista y la definitiva perdida de las colonias.
A todo esto, unos hechos lamentables tuvieron lugar un 7 de Noviembre de 1893 en el Liceo de Barcelona. Ese día se inauguraba la temporada de ópera, representandose la obra "Guillermo Tell" de Rossini. Con las personas sentadas en la butaca, desde uno de los balcones se arrojaron dos bombas que causaron el temor y llenaron de muerte el teatro. Las filas 13 y 14 fueron las más afectadas, falleciendo siete personas en el acto, mientras otras trece lo hicieron en las horas siguientes. ¿Quién había sido el autor de tal atrocidad?
Antes de nada, decir que desde determinados sectores se veía al Liceo como el escaparate social de una burguesía decadente a la cual se hacía responsable en gran medida de los problemas que padecía España. El anarquismo le había declarado la guerra a la burguesía y fue uno de sus fieles miembros, el turolense Santiago Salvador Franch, quien perpetró tal salvaje atentado en represalia según se dijo contra el ajusticiamiento de otro anarquista, Paulino Pallás Latorre, el cual había intentado asesinar al General Martínez Campos con dos bombas el 24 de Septiembre.
El terrorista |
El caso es que al tal Salvador no se le detuvo al instante y, de hecho, volvió a su pueblo, pero al final se dio con él en Zaragoza y a punto estuvo de suicidarse cuando se vio cercado por la policía. No lo consiguió. Su testimonio durante el juicio refleja lo que significaba el anarquismo, que tanto daño hizo no sólo a España, sino a Europa:
"Mi deseo era destruir la sociedad burguesa, a la cual el anarquismo tiene declarada la guerra abierta; y me propuse atacar la organización actual de la sociedad para implantar el comunismo anárquico. No me propuse matar a unas personas determinadas. Me era indiferente matar a unos o a otros. Mi deseo consistía en sembrar el terror y el espanto"
Salvador, que estaba acusado de 20 asesinatos, 27 asesinatos frustrados y estragos, fue condenado a garrote vil, siendo ejecutado el 21 de Noviembre de 1894. Todavía habrían muchos y terribles atentados anarquistas que acabarían con Presidentes del Gobierno y a punto estuvieron de hacerlo con Alfonso XIII el día en que éste se casaba.
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