Parece que fue ayer cuando vi aquella película en la que una joven muy guapa que no sabía a donde ir canto "Moon river" desde su ventana. Desde ese momento, esa primera vez, me enamoro como a muchos. Y es que Audrey era mucha Audrey.
No era la primera película que hacía ni mucho menos. Ya habían pasado algunos años desde que se nos presento a una Audrey candorosa junto a un astro de la interpretación llamado Gregory Peck en "Vacaciones en Roma".
A partir de ahí la joven Audrey no paro de crecer, actuando en géneros tan dispares como la comedia romántica en "Sabrina" (con otros grandes como Humphrey Bogart o William Holden) y el drama en la adaptación de "Guerra y Paz" (con otro grande: Henry Fonda). Hasta le dio tiempo para actuar en musicales como "Cara de Ángel" o "My Fair Lady".
Esa es quizá su mejor época, la de su madurez. La de aquella Audrey que deslumbraba a propios y extraños y que hoy en día la hizo ser una de las grandes tanto en el cine como en la moda, donde se aún hoy es un icono que muchas modelos utilizan como ejemplo.
Desgraciadamente sus éxitos en el cine no se trasladaron a su vida sentimental con dos matrimonios fallidos, que llevaron parte del drama que ella muchas veces interpreto a su vida diaria. Sin embargo, Audrey salio adelante y siempre estuvo ahí: la gran estrella que deslumbro Hollywood.
En sus últimos años se dedico a las causas del sida y la malnutrición de niños en todo el mundo, algo que fue visto con gran alegría por parte de UNICEF y tantos que estaban haciendo tanto por estos problemas que aún hoy aquejan al mundo Todo esto lo hacía por encima de su salud. Audrey había sobrevivido a muchas cosas, pero a esto no pudo. En 1992 fallecía de un cáncer detectado hacía unos años.
Los ojos que tanto me deslumbraron aquella primera vez se habían apagado. Sin embargo, siempre me quedara esa película. Y en dicha película, esa secuencia en la que aquella joven Audrey Hepburn, desde su ventana, cantaba en medio de su soledad: "Moon river..."
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