miércoles, 5 de noviembre de 2014

Alfonso se va

En medio de los continuos casos de corrupción y el ascenso de la extrema izquierda, nos encontramos con la marcha de uno de los políticos clave de la historia de la Transición y de los primeros Gobiernos del PSOE. Sí señores: se va Alfonso Guerra.


Un político que se atrevió a decir aquello de que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió, que Adolfo Suárez era un tahúr del Misisipi y, demostrando su fuerte carácter democrático, dijo aquello de que Monstesquieu había muerto en referencia a la entrada de jueces puestos por ellos mismos en los principales organos judiciales. Un tipo extraño al que desde el llamado sector felipista odiaban a muerte porque, no nos engañemos, quería mandar él por encima de un Felipe, que siempre vio peligrar su posición con respecto a Guerra. Y así llego Juanito, el hermano de Alfonso, para con su trafico de influencias, clavar los clavos en el ataúd político de su propio hermano. Creo que el día que se fue Guerra, Felipe González descorcho champán. 
Sin embargo, Guerra siguió en política para ver como se hundía el PSOE, para ver como Aznar obtenía mayoría absoluta, para ver retornar al PSOE al Gobierno y acabar en una legislatura gobernada más que por el PP, por una crisis que parece no tener fin.
Reconozco que se me ha saltado alguna lagrimilla nada más enterarme, lo que no quiere decir que sea de tristeza. Y es que políticos como Guerra tendrían que irse definitivamente a su casa y dejar paso a una generación que se preocupe por sus ciudadanos y que de paso a una generación que tenga como base la honradez y el sentir democrático.

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