Decía Aristoteles que el hombre es un animal político destinado a vivir con otros seres igual a él y relacionarse entre si. Pues esta relación entre humanos esta cambiando desgraciadamente gracias a las nuevas tecnologías.
Considero que todos los avances tecnologicos han ayudado a crecer al ser humano y no seré quien critique los cambios derivados de los ordenadores o moviles, pero gracias a éstos, cada vez los seres humanos se relacionan menos, estando continuamente pendientes de las diferentes conversasiones de whatsApp, cortando toda relación con la palabra y lo que es peor, cometiendo todo tipo de faltas de ortografía que haría sangrar a los ojos de cualquier académico de la lengua.
Lo que en su hubiera sido una evolución positiva como es el poder comunicarnos con personas a miles de kilómetros de distancia, se esta convirtiendo en una involución que hace que el ser se aleje cada vez más de otros seres, escondiéndose en su micromundo virtual.
Los aparatos digitales están ejerciendo un control equivalente a las novelas o películas futuristas. No hay un robot asesino, ni otro que nos controle físicamente, pero si mentalmente, siendo ésta una forma de ejercer un control de la sociedad en la que sus seres cada vez se comunican menos y se expresan peor.
Pero eso no es lo peor. Se ha demostrado que varias empresas tecnológicas han ayudado a determinados países (uno en concreto) ha espiar a ciudadanos, utilizando las redes, algo que raya en la inmoralidad más absoluta, cumpliendose la profecía de Orwell en su novela "1984", donde un ser denominado Gran Hermano controlaba todo lo que hacían los seres humanos.
Una triste realidad la del ser humano. Convierte algo que, en un principio, es positivo, en algo maléfico y perverso. El ser humano tiene que darse cuenta de que la máquina no nació para controlarle, sino para que sea controlada por él y ser consiente de los peligros que se esconden detrás de los diferentes dispositivos digitales, los cuales también tienen cosas positivas siempre y cuando se utilicen con sensatez.
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