martes, 13 de noviembre de 2018

Un grande llamado Agustín de Betancourt y Molina

Sin lugar a dudas don Agustin de Betancourt y Molina es uno de los ingenieros más importantes que han salido no sólo de las Islas Canarias, ni siquiera sólo de España, sino del continente europeo. Este hombre, natural del Puerto de la Cruz de la Orotava donde nació en 1768, representa uno de los elementos ilustrados más importantes de su tiempo. 


Don Agustín estaba emparentado con Juan de Bethencourt (el apellido tiene diversas variantes que cambían en función de la isla: vease Betancourt, Betancort, ...), el conquistador normando, siendo su padre Agustín de Betancourt y Castro, Caballero de la Orden de Calatrava y Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, el cual se había casado en La Orotava con Leonor de Molina y Briones, natural de Garachico y que era hija de los Marqueses de Villafuerte. De sus padres, Agustín heredó su pasión por la cultura y las tertulias (habituales aquellos años) y de hecho su padre participaba frecuentemente en la Tertulia de Nava y era miembro fundador de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, cuya sede es San Cristóbal de la Laguna, organización en la que participaría también el mismo, presentando una máquina epicilíndrica para el hilado de la seda, realizada en colaboración con sus hermanos José de Betancourt y Castro y María de Betancourt y Molina, mujer de extraordinaria inteligencia de la que surgió la idea.
Este ingeniero y militar desarrollo su labor en diversos campos, tanto desde las telecomunicación hasta la máquina de vapor, desplegando una incansable actividad en la construcción de vías de comunicación en España y muy especialmente en Rusia, donde es considerado uno de sus valores más destacados hasta el punto de que tiene el reconocimiento de ser hijo adoptivo del país (entonces de los Zares). De hecho, en Rusia es considerado "héroe nacional".


Sus viajes a Francia e Inglaterra hizo que abriera su mente ante lo que estaba por venir que no era otra cosa que la revolución industrial. Por otra parte, fundó las primeras escuelas de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos tanto en España como en Rusia, de los que fue director, desarrollando su labor como profesor y diseñador. El que don Agustín llegara a Rusia responde a dos motivos: que fuera invitado por el Zar Alejandro I y la invasión napoleonica de España y el estallido de la guerra de la independencia. De hecho, don Agustín no volvería a España.

Alejandro I de Rusia 

En Rusia presenta junto con el ingeniero afrancesado José Lanz "Ensayo sobre la composición de las máquinas", el cual se convirtió en un libro de gran difusión en el viejo continente. Don Agustín tenía el favor del Zar hasta el punto de que fue nombrado Mariscal del Ejército Imperial Ruso, realizando además numerosas obras como el puente sobre el Málaya Nevka, la modernización de la fábrica de armas de Tula o el canal Betancourt de San Petersburgo. Además era el inspector del Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Comunicaciones en San Petersburgo, ciudad que le debe mucho al gran Betancourt y Molina.

Sello conmemorativo ruso

Tras esto perdió la confianza del Zar (algunas mentes maledicentes hablan de una relación con la Zarina). Tan solo dos años después (1824) fallecía uno de los hombres más importantes nacidos en las Islas Canarias, estando su tumba en el cementerio Lazarevsky del Monasterio Alexander Nevsky en San Petersburgo.
Es curioso, pero a diferencia de los españoles y por ende los canarios don Agustín tiene gran predicamento en Rusia. Más allá de ser hijo adoptivo y considerado héroe nacional, en 2008 se emitió en Rusia un sello conmemorativo por los 250 años de su nacimiento (algo que en su propia tierra pasó desapercibido), crearon la medalla conmemorativa Betancourt (concedida al entonces Rey de España Juan Carlos I) y recientemente inauguraron en San Petersburgo un puente al que llamaron Agustín de Betancourt.
Parece ser que desde el Cabildo de Tenerife se le va a nombrar hijo ilustre de la isla, un reconocimiento que llega tarde y me atrevería a decir que mal, dado todos los años que han pasado desde el fallecimiento de tan ilustre tinerfeño, canario y español. Don Agustín de Betancourt, el cual era poliglota (aparte de español, hablaba frances, ruso, alemán, inglés y latín) trabajo tanto en las máquinas de vapor y los globos aerostáticos, así como en el planeamiento urbanístico que tanto le deben ciudades como San Petersburgo. Un hombre tan grande como este no debe, ni puede pasar desapercibido para nadie. Un gran hombre al que se tiene que reconocer su impresionante labor.

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