lunes, 15 de agosto de 2016

Pigmalión y Galatea

Esta historia nos la relata Ovidio en su "Metamorfosis". Se cuenta que Pigmalión, Rey de Chipre, buscaba con ahínco a una mujer con la que casarse, pero ninguna le convencía puesto que el exigente Rey había puesto una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado por no hallar a la mujer de sus sueños, decidió no casarse, dedicando su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar su frustración. Una de esas obras era Galatea, la cual era tan bella que Pigmalión se enamoro de ella; de su propia creación. Pigmalión deseo que su obra cobrase vida y fuera su esposa. 


Mediante la intervención de Afrodita, Diosa del Amor, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida tal y como nos lo relata el inmortal Ovidio:
"Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos"
Pigmalión al despertar se encontró con la mismísima Afrodita, la cual conmovida por el deseo del Rey hacía su propia obra, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la Reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". 


Y así fue como Galatea se convirtió en humana, desposándose con Pigmalíón, naciendo de esta unión una hija a la que le dieron el nombre de Pafo, que a su vez dio nombre a la actual ciudad chipriota de Pafos o Pafo.

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