Charles Lindbergh era todo un as de la aviación. Hijo de un congresista, en 1927 se convirtió en el primer piloto en cruzar el océano Atlántico uniendo el continente americano y el continente europeo en un vuelo sin escalas en solitario, enlazando Nueva York y París en lo que fue todo un hito para la época, lo que le valió el premio Orteig. Sin embargo, por algo más trágico comenzaría a ser conocido el apellido Lindbergh. La tarde del 1 de Marzo de 1932 en la casa de la familia en el este de Amwell, New Jersey, era secuestrado el hijo del piloto que apenás contaba con 20 meses de vida.
La noticia corrió como un reguero de pólvora y tanto medios nacionales como internacionales se hicieron eco de la misma. Mientras el secuestrador contactó con el matrimonio a través de la mediación del
doctor Condon, pagándose 50.000 de rescate en certificados de
oro, pero el niño no fue devuelto. El piloto era persona muy conocida por lo que no es de extrañar que la búsqueda del secuestrador fuese exhaustiva. Más de dos meses después, concretamente el 12 de Mayo de 1932, el cuerpo del niño fue
descubierto a escasa distancia de la casa de los Lindbergh en el cercano municipio de Hopewell. El examen médico determinó que la causa de la muerte fue una fractura de cráneo. Ese mismo año se promulgó la conocida como Ley Lindbergh en que el secuestro se tipificaba como un delito federal.
Charles Lindbergh |
La investigación para encontrar al secuestrador siguió su curso. La cuestión es que los certificados de oro estaban seriados y la policía aguardó a que
apareciesen en el mercado, ya que la banca los había sacado de
circulación. Más de dos años después, concretamente el 18 de Septiembre de 1934,
se descubrió un certificado de oro del dinero del rescate que tenía un
número de placa de vehículo escrita en él. Así el hombre,
que estaba al tanto de los números de serie, identificó uno de ellos y
sin que el pagador se diese cuenta anotó la matrícula del vehículo, llamando posteriormente a la policía.
La matricula era de la ciudad de New York y pertenecía a un Dodge sedán
color azul oscuro propiedad de Bruno Hauptmann. Hauptmann fue detenido
al día siguiente, siendo acusado del asesinato sin tener aún la policía
pruebas consistentes.
Anne Lindbergh su hijo Charles Jr, su madre y su abuela |
De esta forma y bajo indicios, el tal Haptmann fue denominado por la prensa como "El hombre más odiado de los Estados Unidos", siendo llevado a juicio. Cabe decir que nunca se aclaró del todo si era el asesino o no y parece ser que sus coartadas eran perfectas, mientras las pruebas eran como poco absurdas tales como un número de teléfono encontrado en su armario, el cual era del hombre que entregó el rescate, el doctor Joseph F. Condon (¿Acaso conocer a ese hombre le hacía culpable?).
Charles Linbergh declara como testigo en el juicio |
Tampoco la policia fue precisamente muy profesional. Existen pruebas de que la manipularon las tarjetas de marcaje de tiempo del
trabajo de Hauptmann e hicieron caso omiso a los compañeros de trabajo
de Hauptmann, los cuales declararon que éste estaba trabajando el día del
secuestro. El hecho de que la prensa buscara carnaza (al menos la de un hombre del que no se había probado que fuera culpable) posibilitó la condena a muerte de un hombre probablemente inocente. Su viuda haría campaña para que se reconociera por parte de la justicia estadounidense que su marido era inocente sin conseguirlo.
Lo cierto es que este caso (en el que Agatha Christie se basó para crear una se sus novelas más memorables de Poirot "Asesinato en el Orient Express") es uno de los más conocidos de la historia de la criminología tanto por los personajes implicados, el asesinato en si y la aparente falta de pruebas que pudieron llevar a un hombre a la muerte, siendo inocente. Por eso fue conocido como "El crimen del siglo".
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