sábado, 27 de septiembre de 2014

¿Qué esperabamos?

Cuando escuche que se había solicitado la comparecencia de Pujol en el Parlamento Catalán, lo que pensé fue: "Este va a ser el paripé del siglo en Cataluña" y no me equivocaba.


Vimos a un señor que se autodefinia como una persona no corrupta (¡¿?!), que nos vino a contar una historia "muy bonita" de como era el padre. Por supuesto las intervenciones nacionalistas fueron lo más suaves posibles a la hora de preguntar al gran guru nacionalista. Sin embargo, cuando les preguntaron desde la oposición (PP y ciudadanos), el ex-molt honorable comenzó a ponerse nervioso. Pujol se ha dado cuenta de que ha perdido el poder no solo porque ya no es Presidente de Cataluña, sino porque es un ser que no puede presumir, como hacía antes, de ser un personaje moralmente intachable. Es verdad lo que decía Albert Rivera. Fue una magnifica interpretación para un ser prepotente como lo es él.
Por otro lado, las intervenciones nacionalistas, especialmente la de CIU, defendiendo a su jefe, fueron de una asquerosidad infumable. Desde CIU siempre se intento desvincular al partido de los Pujol, algo que no solo es imposible, sino que ni siquiera se esmeraron en conseguir, ya que la defensa acerrima de su portavoz los delato al máximo.
Dice ese señor que no fue a la política por dinero porque ya tenía dinero y que desde los 50 su vocación era la de hacer país (hablando de Cataluña, claro). Hay que ser un necio para creerse que el dinero hallado en Andorra procede de una herencia paterna cuando ya en plena dictadura el propio padre debía dinero al Estado y el hijo se encargo de hundir la banca catalana en plenos años 80. Un señor que en aquella época presumia de honradez cuando lo que estaban haciendo él y sus secuaces era cobrar a empresarios y periodistas un derecho de pernada para seguir manejando Cataluña a su antojo.

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