viernes, 1 de marzo de 2019

Retrospectiva de Pi y Margall

El cantonalismo, apoyado por el federalismo intransigente, estaba destinado a incendiar al país y con ello a un Gobierno incapaz. Fancisco Pi y Margall, Presidente de la Primera República Española, defensor de una república federal (que le llevó al exilio durante la Monarquía isabelina), no sólo no pudo hacer nada, sino que veía como los de su partido lo abandonaban. 


Su proyecto estrella, que era la Constitución de 1873, nunca entró en vigor y aún así el Presidente inició una serie de reformas impresionantes para la historia del país, que incluía el reparto de tierras entre colonos y arrendatarios, la separación entre la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud, la enseñanza obligatoria y gratuita, así como la limitación del trabajo infantil, aparte de algunas leyes destinadas a favorecer a los obreros... pero su presidencia se iba al traste con la rebelión cantonal. 
La lentitud con la que decían iba el proyecto federal hizo que muchas comunidades y regiones se declararan independientes, adoptando su propia política, su propia policía, levantando fronteras o haciendo sus propias leyes. Pi quería que el Estado favoreciera el federalismo, pero fueron las propias federaciones las que pretendieron imponerse al Estado. 

Pi y Margall se ve desbordado por el federalismo

Desde la oposición se acusó (no sin razón) a Pi de haber sido el que generó todo y en cierta medida se llegó arrepentir de ello. Acorralado por los republicanos unitarios y los republicanos federalistas intransigentes, con motivo del cantón de Cartagena, Francisco Pi y Margall presentaba su dimisión el 18 de Julio de 1873. La rebelión cantonal fue duramente finiquitada al igual que lo sería la República con el golpe de Pavía al intentó de volver a las andadas federales y con la República unitaria de Serrano (que en la práctica fue una dictadura) que terminó con el golpe de Arsenio Martínez En Sagunto en favor de la Monarquía en la persona de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, y que reínaria bajo el nombre de Alfonso XII. 
A Pi y Margall le pudo tres patas que acabaron con la mismisima República: el carlismo (en constante conflicto con el Estado republicano y los Borbones Alfonsinos), los conflictos con Cuba y la mencionada rebelión cantonal. En el favor de Pi tenemos que fue un hombre que gestionaba bien (de hecho, su trabajo como Ministro de la Gobernación permitió que el Estado tuviera dinero) y sus leyes de carácter social. 
Hasta su muerte (acaecida el 29 de Noviembre de 1901), Pi y Margall tuvo una ingente labor como periodista y abogado y nunca abandonó sus convicciones democraticas, republicanas y federales (por este orden), sintiendo un gran Amor por España, aunque eso no evitó que criticara la euforia desatada ante el conflicto con los Estados Unidos por las posesiones coloniales. Desgraciadamente, anarquistas, izquierdistas, federalistas y catalanistas (¡menuda mezcla!) han utilizado su figura para sus intereses, olvidandose que más allá de su pensamiento, estamos ante una de las grandes personalidades españolas de su tiempo, siendo reconocido hasta por sus adversarios políticos. En todo caso, muy pocos lo defendieron cuando siendo Presidente de la República, se vio contra las cuerdas en los fatídicos días en los que comenzó la rebelión cantonal.

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