El sátiro, criatura mitad hombre mitad carnero, el cual tenía orejas puntiagudas y cuernos, era una criatura mitológica que pertenecían a los bosques y quienes, junto a las Ménades, formaba parte del séquito de Dionisio (Baco en la mitología romana). Eran criaturas poco fiable y con un comportamiento caprichoso e impredecible.
Vagando por montes y montañas, la ocupación favorita de estos seres era simplemente perseguir a las ninfas, destacando por su desaforado apetito sexual (A veces son representados con un prominente miembro viril). Aparte de eso eran unos auténticos bromistas y en algunos casos eran virtuosos de las flautas.
En los festivales dedicados a Dionisio en Atenas (Dionisias), festivales dedicados a Dionisio en Atenas, tenían lugar infinidad de representaciones dramáticas en los teatros. En dichas obras, los sátiros tenían un carácter cómico, dando lugar a las denominadas sátiras o representaciones satiricas, que tenían un gran tono burlesco, intercalándose entre las obras trágicas. Y es que a la conclusión de cada drama se representaba una de ellas con un sátiro para hacer reír a los presentes. De hecho, la palabra sátira proviene de estas representaciones, siendo ésta una una composición literaria en prosa donde se critica de forma burlesca las costumbres y vicios de alguien o un grupo de personas desde un punto de vista moralizador.
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