sábado, 19 de noviembre de 2016

La Reforma Política

Desde la Legalidad se puede conseguir cosas que acaban con dicha legalidad. ¿Cómo? Desde algo no tan utilizado hoy en día: desde la convicción y la persuasión. Eso se propusieron don Adolfo Suárez y sus Ministros a la hora de aprobar una Ley que no era una simple Ley. Un 18 de Noviembre de 1976, el Gobierno de España sometió a votación a las Cortes Franquistas (elegidas por el régimen) el borrador de la Ley para la Reforma Política. 


En algo estoy de acuerdo con Blas Piñar, un gran orador, pero uno de los tipos más extremistas de la etapa anterior. Esta Ley era una ruptura con el franquismo, ya que buscaba cambiar el estado dictatorial por un régimen liberal y que fueran esas mismas cortes que Franco eligió las que optaran por la literal dinamitación del franquismo o, lo que es lo mismo, una voladura controlada del régimen. 

Blas Piñar

El origen de la Ley se encontraba en en el año 1975. La España tardofranquista estaba regida por un sistema normativo pseudoconstitucional que se encontraba en las Leyes Fundamentales del Reino y en los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional (la antigua Falange).  En estos textos legales, en la Ley para la Reforma Política, se incluían, además, los procedimientos para enmendarlos o reformarlos. El hombre sobre el que se apoyaría esta ley fue Torcuato Fernández Miranda, Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino cuyo  régimen autoritario a otro de libertades respetando las leyes vigentes. Era un avance de la dictadura franquista a la Democracia de una ley dictatorial a la ley liberal a través de las leyes vigentes.

Torcuato y Suárez

Por último "El Rey podrá someter directamente al pueblo una opción política de interés nacional, sea o no de carácter constitucional, para que decida mediante referéndum, cuyos resultados se impondrán a todos los órganos del Estado". 
Los Ministros, mediante una actividad ingente, se reunieron con cada uno de los procuradores a los que convencieron de que el paso a un régimen de libertades era lo mejor a lo que podía aspirar el país dada la crísis económica, la social y la falta de prestigio de una clase dirigente anclada en valores arcaicos, alejados de una sociedad que avanzaba y quería vivir en Libertad. 
La defensa del proyecto fue llevada a cabo por Miguel Primo de Rivera y Urquijo, quien expresó que era indiscutible que la autoridad de Franco había que sustituirla por otra autoridad política, el pueblo de España en el que Franco tanto confió", y Fernando Suárez. 


Entre los procuradores contrarios, que tomaron la palabra, estuvieron el mencionado Blas Piñar, y Fernández de Vega, que en un duro discurso, tachó a la oposición de "misérrima"y "resentida" , la cual había ido por las cancillerías europeas denunciando "el pecado de la paz y el progreso de España, alimentando los viejos y al parecer eternos prejuicios antiespañoles con la sucia leña de la tiranía de Franco", acusando a "los de dentro" de traidores que pretenden deshacer ese nudo que estaba "atado y bien atado".
La contestación de Fernando Suárez no tiene desperdicio y refleja a mi modo de ver el espíritu que marcó lo que sería la Transición Española:
"No trate de demostrarnos que para ser leales a Franco hay que impedir que sea el pueblo de España en el que Franco tanto confió el que decida su propio destino. Quienes hemos dictaminado este proyecto no vamos a intentar disimular con piruetas de última hora nuestras ejecutorias en el régimen. Pero hemos pensado siempre y no en los últimos meses que los orígenes dramáticos del nuevo Estado estaban abocados desde sus momentos germinales a alumbrar una situación definitiva de Concordia Nacional. Una situación en la que no sea posible que un español llame misérrima oposición a quienes no piensan como él porque habremos conseguido rebajar el concepto de enemigo irreconcilliable al más civilizado y cristiano concepto de enemigo político pacífico sin nuevos desgarramientos y traumas porque se ha garantizado de manera permanente el acceso pacífico al poder"
El proyecto se sometió a votación a las 21:35 horas del 18 de Noviembre de 1976 (a pocas horas del primer aniversario de la muerte de Franco por cierto) con el resultado de 425 votos a favor, 59 votos en contra y 13 abstenciones. Esta votación y la consecuente aprobación de la Ley para la Reforma Política por parte del pueblo español (a la pregunta "¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?" el 94,17% del pueblo dijó Si, acudiendo a votar el 77,8% de los electores) fue la destrucción definitiva del franquismo, pero a pesar de que se había pasado el primer Rubicón, todavía quedaba muchisimo por hacer, aunque esa es otra gran y extraordinaria historia.  

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