"Todavía no he podido formar idea de este pueblo -dijo Pepe-. Por lo poco que he visto, me parece que no le vendrían mal a Orbajosa media docena de grandes capitales dispuestos a emplearse aquí, un par de cabezas inteligentes que dirigieran la renovación de este país, y algunos miles de manos activas. Desde la entrada del pueblo hasta la puerta de esta casa he visto más de cien mendigos. La mayor parte son hombres sanos y aun robustos. Es un ejército lastimoso cuya vista oprime el corazón"
Todo parece centrarse en la dualidad entre campo y ciudad; entre viejas tradiciones y nuevos tiempos. Orbajosa pertenece a las primeras. Por supuesto la ciudad de Orbajosa pertenece al imaginario de Galdós y a pesar de la alta estima que se tienen los orbajenses, lo cierto es que no son más que una tierra yerma y se tiene que es ajosa precisamente por su gran producción de ajos. Desprecian todo lo que venga de fuera y muy especialmente de la ciudad (de la "malvada" Madrid), cuna de todos los males, una especie de nueva Sodoma y Gomorra en la que priman todas las maldades; donde Dios no es que este en segundo plano; es que ni siquiera existe. La inmoralidad perpetua. Todo se verá alterado con la aparición en el pueblo de un personaje singular: Pepe Rey.
Rey viene a casarse con su prima Rosarito, hija de doña Perfecta (que por lo tanto es su tía), la cual ha acordado con el padre de Pepe (el cual la ayudó muchisimo después de que ella se quedara viuda) que los dos jóvenes se casen. Lo que no contaba doña Perfecta (así como los orbajosenses) es que Pepe mostrara sus ideas innovadoras y liberales en público, hablando sin pelos en la lengua cómo ve a Orbajosa, que no es otra cosa que una zona decrépita, perdida e inculta. Con el tiempo se dará cuenta que los orbajenses no respetan lo que se salga de su pensamiento y son extremadamente hipócritas.
A pesar de los variopintos personajes que hay en la obra, todo parece confluir en doña Perfecta, una mujer que va de pura, honrada y devota cristiana, pero que en realidad es una mujer desagradable, mezquina, intrigante y que hace todo lo posible para que Pepe Rey acabe bordeando la locura cuando lo despiden de un puesto de trabajo que tenía en Madrid o que Rosario este debido a su ateísmo militante. Lo cierto es que Galdós juega con la ironía y doña Perfecta, a pesar de lo que quiere aparentar, no es precisamentre perfecta al igual que Orbajosa no es precisamente Urbs Augusta, sino que (para darle cierta retranca) es Orbs Ajosa, que significa "ciudad de los ajos".
A pesar de los variopintos personajes que hay en la obra, todo parece confluir en doña Perfecta, una mujer que va de pura, honrada y devota cristiana, pero que en realidad es una mujer desagradable, mezquina, intrigante y que hace todo lo posible para que Pepe Rey acabe bordeando la locura cuando lo despiden de un puesto de trabajo que tenía en Madrid o que Rosario este debido a su ateísmo militante. Lo cierto es que Galdós juega con la ironía y doña Perfecta, a pesar de lo que quiere aparentar, no es precisamentre perfecta al igual que Orbajosa no es precisamente Urbs Augusta, sino que (para darle cierta retranca) es Orbs Ajosa, que significa "ciudad de los ajos".
Mezcla de drama y tragedia, contaba Galdós a su amigo Leopoldo Alas "Clarín" que está obra la realizó a empujones, como iba saliendo, pero sin dificultad. Don Benito casi se había propuesto realizarla como un empeño personal, habiendo una cierta crítica no tanto a las tradiciones, sino al anquilosamiento de las mismas, así como a la hipocresía que muchas veces se desprenden de ellas.
Doña Perfecta fue un éxito rotundo. Apareció en cinco entregas en "La Revista de España" (de Marzo a Mayo de 1876) y sería en Mayo cuando se publicaría en forma de libro, agotándose en Junio la primera edición. Una obra como esta, con marcado acento teatral, fue adaptada sobre las tablas por el propio Galdós Madrid en los primeros días de 1896. Fue una de las primeras obras importantes de Galdós después de los Episodios Nacionales que había comenzado a publicar.
Doña Perfecta fue un éxito rotundo. Apareció en cinco entregas en "La Revista de España" (de Marzo a Mayo de 1876) y sería en Mayo cuando se publicaría en forma de libro, agotándose en Junio la primera edición. Una obra como esta, con marcado acento teatral, fue adaptada sobre las tablas por el propio Galdós Madrid en los primeros días de 1896. Fue una de las primeras obras importantes de Galdós después de los Episodios Nacionales que había comenzado a publicar.
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