jueves, 20 de diciembre de 2018

Aquella trágica y sangrienta Navidad

"Mi querido James: 
Has sido siempre uno de mis más fieles y amables lectores y por ello me turbó enormemente el escuchar una crítica tuya. 
Te quejaste de que mis asesinatos se iban volviendo demasiado refinados, decadentes incluso. Sentías profundos anhelos de "un buen crimen violento, con mucha sangre". ¡Un asesinato que no ofreciera duda alguna de que era un verdadero asesinato! 
Por ello te dedico esta obra, que he escrito pensando en ti y con la esperanza de que será de tu agrado.
Tu afectuosa cuñada, AGATHA"
Esta fue la sorprendente dedicatoria de Agatha Christie en su nueva novela "Navidades Trágicas", una nueva investigación de Hércules (o Hercule) Poirot. Desde luego nos ofreció un crimen sangriento, pero sin quitar un ápice del suspense con el que siempre nos obsequiaba la Dama del misterio. 


La historia es sumamente curiosa: Es la víspera de Nochebuena. El viejo Simeón Lee, un tipo, que en su juventud debió ser un hombre sin escrúpulos y que hizo fortuna en África del Sur, reune en su casa a todos sus hijos y esposas, así como a la hija (que no conocía) fruto de la relación de una de sus hijas con un español, la cual falleció precisamente en España un año antes. El tipo es un ser tiránico que parece no despertar el aprecio de nadie hacía su persona (quizás el de su nieta y puede que fuera por desconocimiento) y todo confluye cuando el propio Simeón Lee va a cambiar su testamento (presumiblemente para darle algo a la nieta), insultando por otra parte a todos sus hijos, diciendo que sus vastagos ilegítimos (que los tiene y muchos) serían mejores que ellos.


Posteriormente la cena de los Lee es interrumpida por un ruido de muebles que se rompen, seguidos de un grito terrible. En el piso superior, el cuerpo del viejo Lee yace muerto sobre un charco de sangre, con el cuello cortado. Poirot se ofrece a la policía para ayudar en el caso y es que aparte de la brutalidad resulta complicado, dado que las ventanas estaban cerradas y la puerta estaba cerrada por dentro, por lo que es imposible que nadie entrara o saliera de la habitación. Después entramos en el doble juego y en personas que no son lo que aparentan o ni siquiera son los que dicen ser. Todo se complica debido a que el viejo Lee era un personaje desagradable y todos (más o menos) tenían motivos para cargarselo.


Un misterio en fiestas navideñas donde la policía no tiene tan siquiera un momento de descanso y es que las fiestas, a pesar de lo que pensaba el Coronel, amigo de Poirot, que le ofrece acompañarle en el caso, no detiene ni a los criminales. Y encima con un crimen brutal. Cabe resaltar que ignoramos si la escritora se enfadó algo con la queja de su cuñado; lo que si sabemos por la dedicatoria es que la legendaria flema inglesa perteneciente a los hombres también pertenece a sus mujeres.

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