jueves, 16 de enero de 2014

No es lo mismo el continente que el contenido

Cuando durante estos últimos años hemos oído hablar a ciudadanos, gente dedicada a la política o periodistas siempre sale esa coletilla indisoluble a toda crisis: hay un descrédito de las Instituciones.


Es un error común el asociar la Institución a los que conforman dicha institución como si fueran lo mismo. Y no lo son. Unos ejemplos: yo puedo ser muy monárquico y, sin embargo, estar en desacuerdo con la gestión de la casa Real con el tema del Caso Noos y la imputación de la infanta. Yo puedo ser muy republicano y estar contento por la actuación del Rey durante la Transición. También puedo ser muy demócrata y oponerme a las leyes gubernamentales.
Con esto quiero decir que las Instituciones en sí, no son malas, aunque se puede ser Republicano o Monárquico, por ejemplo, sino las personas que gestionan, que, en definitiva, actúan frente a un problema. La corrupción en las instituciones no ha venido porque sí. Han sido unos señores que, independientemente de su ideología, se lo han llevado crudo. Por eso, la solución no esta en decir que hay un problema, sino de donde viene el problema. Dicho problema viene de determinados personajes que han hecho de su vida la política sin importarle el ciudadano y que hablando en genérico, utilizando el termino institución, se limpian las manos. 
Por eso no hay que fijarse en el continente (Parlamento, por ejemplo), sino el contenido (Partidos políticos, sindicatos, ...). Que siempre hay grupos radicales que utilizan ese engaño de igualar continente con contenido, siempre pasara. No dejan de ser grupos extremistas, que desprecian la Democracia, ya que quieren imponer sus ideas.
Pero la gente tiene que darse cuenta de que, a pesar de los muchos problemas o deficiencias que pueda tener la Democracia (en concreto, la española) esto no la hace ni buena, ni maña. Es el mejor sistema de todos. Lo que hay que tener presentes cuales son las ramas podridas que pretenden desacreditarla con sus corruptelas y literlamente cortarlas de raíz. Hace falta un cambio. Una Regeneración política profunda.

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