sábado, 23 de septiembre de 2017

Las guerras carlistas

En los últimos años de vida de Fernando VII, concretamente en 1830, nació su hija Isabel merced a su relación con su cuarta esposa (que además era su sobrina) María Cristina (Dos años después daría a luz otra niña Maria Luisa Fernanda). Finalmente el Rey iba a tener un hijo... o hija, algo que podía resultar problemático, puesto que en España sólo podian reinar los hombres debido a la Ley Sálica de 1713.  Unos meses antes del parto, en previsión de que el recién nacido no fuera varón, el Rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía dicha Ley. Carlos María Isidro, hermano del Rey y hasta ese momento su sucesor, veía como se cerraba su camino al Trono. El Rey murió en 1833, dejándonos un "regalito" envenenado (Uno más de ese Rey sinvergüenza y felón), ya que su hermano no aceptó a su sobrina como futura Reina. Así "nacía" otra rama dentro de la dinastía Borbón, los carlistas (Llamados así por el mencionado don Carlos), teniendo lugar las guerras civiles carlistas entre los que defendían que el Rey tenía que ser Carlos María Isidro y sus descendientes y los que defendían que la Reina tenía que ser Isabel de Borbón (futura Isabel II) y sus descendientes.


Antes de nada convendría señalar qué representaban los carlistas. Éstos tuvieron gran influencia en las zonas de las Vascongadas, Navarra, zona al norte del Ebro y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel sobre todo en los territorios rurales (Encontrandonos también en una especie de conflicto campo-ciudad).
El carlismo Destacaba por una fuerte ideología conservadora, defensa de los fueros, donde la Iglesia y las creencias cristianas tenían un gran poder en parte por la influencia de los sermones de los párrocos para los que el  liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos (una anécdota: Sábino Arana, el ideologo y fundador del nacionalismo vasco, fuertemente intransigente, era de una familia de carlistas). Y es que el carlismo defendía el absolutismo de toda la vida. El lema de los carlistas era Dios, Patria, Rey.


Hubo tres guerras carlistas:
  • La primera guerra carlista: Duró entre 1833 y 1839, iniciandose con la insurrección en las Vascongadas y Navarra y, tras varios años, perdieron diferentes batallas, acabando por retroceder hasta que don Carlos se vio obligado a huir a Francia. El General Espartero, futuro Regente de España, tuvo mucho que ver en ello. Todo finalizó con el Convenio (o abrazo) de Vergara firmado por el propio Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte del otora lider Zumalacárregui. En dicho acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado por los carlistas y se hizo una (¿Ambigüa?) promesa de respeto de los fueros vascos y navarros, aunque lo cierto es que se mantuvieron algunos privilegios forales y otros no. 

  • La segunda guerra carlista: Duró entre 1846 y 1849 y en realidad más que una guerra civil, fue una insurrección, pues los carlistas seguían oponiendose al liberalismo. A diferencia de la anterior, esta guerra tuvo lugar por Granada y Cataluña ("guerra dels matiners") y fue relativamente fácil de sofocar. 
  • La tercera guerra carlista: Ya antes de esta guerra habían habido alzamientos por parte de carlistas (1855, 1860 y 1869), pero el conflicto bélico como tal comenzó en 1872 y duró hasta 1876, iniciándose con el Reinado de Amadeo I (Isabel II ya había sido echada del país gracias a "La Gloriosa"), constituyendo una fuerza terrible tanto a nivel político (con representantes en las Cortes) como a nivel militar. La guerra se enquistó hasta la llegada de Alfonso XII (Previo paso por la fallida Primera República). Los generales Martínez Campos (el mismo que se pronunció en Sagunto a favor de la Monarquía encarnada en el hijo de Isabel II) y Fernando Primo de Rivera derrotaron a los carlistas en Cataluña, Navarra, Vascongadas y donde estuviesen. Don Carlos, heredero carlista, según cuentan cruzó la frontera al grito de “Volveré”. 
Después de esto, el carlismo siguió existiendo como rama escindida de la Monarquía Borbónica, destacando por haber una rama más conservadora y otra quizas un poco menos conservadora o cercana a la izquierda (que padeció los tristes sucesos de Montejurra). Los carlistas colaboraron con el golpe de Estado del 36 (los famosos Requetés eran su brazo armado) con el objetivo de defender a la religión católica y detener al marxismo.

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