domingo, 14 de enero de 2018

La mujer que desafió al Imperio Romano

Zenobia, cuyos orígenes son dudosos (poco sabemos de su niñez)  casaría con Odainato, Rey de Palmira, cuando contaba con 14 años de edad, siendo la segunda mujer de éste. En 267 el marido de Zenobia y su hijastro (hijo de su primer matrimonio) fueron asesinados y Vabalato, hijo de Zenobia y del fallecido Rey, tenía solo un año de edad, por lo que su madre sucedió a su esposo, gobernando Palmira como Regente del menor, recibiendo madre e hijo los títulos honoríficos de Augusta y Augusto. 


Palmira  era por aquel entonces un Reino con una amalgama de razas por lo general de procedencia semítica (arameos y árabes). Zenobia le dio a Palmira un esplendor nunca visto en la zona. Inició una serie de trabajos para fortificar y embellecer la ciudad de la que actualmente se pueden contemplar sus ruinas. Grandes columnas y colosales estatuas, templos, monumentos e impresionantes jardines fueron el legado de la Reina Zenobia, que no se conformó con embellecer su tierra, sino que emprendió una campaña expansiva.
En una época donde Roma era un auténtico caos, donde se erigían y deponían Emperadores (generalmente mediante el asesinato), las fronteras del otora poderoso Imperio Romano estaban en peligro y Zenobia, al igual que otras tribus, supo aprovecharlo.  
De esa manera, en el año 269 las tropas de Palmira comandadas por Zenobia, su Reina guerrera, la cual era curiosamente admiradora de Cleopatra, consiguieron dominar un vasto territorio comprendido entre Asia Menor y Egipto.
Sin embargo, el Imperio de Palmira (y Zenobia) duró muy poco. El año 270 el Emperador Aureliano tomaba las riendas del Imperio Romano y muy pronto estabilizó la frontera del Danubio, poniendo el necesario orden. Aureliano inició una campaña militar contra Egipto haciendo retroceder las fuerzas de Zenobia hasta Siria.
La última reina de Palmira fue finalmente derrotada en Emesa hacía el año 272. Cinco años había durado su Reinado. Aunque Zenobia consiguió huir, ella y su hijo fueron capturados en el río Eufrates cuando intentaban llegar al Reino persa en busca de asilo.


Mientras Palmira era destruida por orden del Emperador, su Reina depuesta era trasladada a Roma como prisionera. Los habitantes de Palmira que sobrevivieron y que se negaron a rendirse fueron capturados y ejecutados. El destino final de Zenobia lo desconocemos, aunque muchos aseguran que recibió el perdón del Emperador Aureliano y terminó sus días como matrona romana en una villa cercana a la propia Roma. Lo cierto es que Zebonia, la Reina guerrera de Palmira, puso en jaque al mismismo Imperio Romano, aunque sólo fuera por un periodo muy corto de tiempo.

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