Los abusos del productor Harvey Weinstein sobre determinadas actrices es una de las cosas más miserables y degradantes que he oído (lo cual ya es decir) y no sólo merece la reprobación social, sino judicial por años y años de ignominia. Esto tiene que hacernos reflexionar hacía donde estamos llevando a una sociedad donde aún queda mucho por hacer con respecto a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres no sólo en cuanto al salario (lo cual es indignante), sino al trato que se da desde los medios y cadenas (tanto públicas como privadas) donde se cosifica a las mujeres hasta puntos alarmantes.
No se puede decir que sea cosa de antes. Se han dado muchos casos donde jóvenes agreden tanto físicamente como psicológicamente a sus parejas o las controlan hasta el punto de llegar a acosarlas. Sabemos donde se halla el problema: la mala educación en las casas, las amistades peligrosas y la televisión (algunos programas es para echarse a llorar) y redes sociales no han ayudado precisamente ha conseguir una igualdad plena, dándose aquello que se ha venido a llamar micromachismo por ser algo supuestamente cotidiano, del día a día, pero que no deja de ser una actitud miserable, la cual merece toda la reprobación posible. La relativización moral (falta de valores de una sociedad perdida), la cosificación del otro, ha posibilitado esta deriva en la que una persona (en este caso la mujer) es tratada de una forma machista. La educación en las casas de los niños debe buscar la igualdad y el respeto para alcanzar una sociedad mejor, más comprometida y sobre todo más justa.
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