Ayer fue un día triste para Cataluña y la Democracia española. El golpismo duró lo que un caramelo en la puerta de un colegio, es verdad, pero también es cierto que unos enajenados mentales han llevado a una región antaño próspera al abismo que sólo conduce a la nada.
Sólo con destituciones o elecciones no se arregla, pero el Estado de Derecho tenía (y tiene) que intervenir como hacen los países democráticos que por otra parte reciben el apoyo de sus socios internacionales.
Ahora habrá que ir con mucho tiento, sabiendose con la razón, pero haciendo las cosas de forma tranquila. La labor pedagógica que se ha de hacer es tremenda dadas las fuertes mentiras esparcidas por el independentismo (al final se ve que eran los Pujol y sus acólitos convergentes los que les robaban a los catalanes) por lo que la situación puede durar varías generaciones.
Lo cierto es que el independentismo ha destrozado Cataluña, burlándose de sus propias instituciones, dividiendo a un pueblo y arruinando económicamente a sus habitantes. ¡Lamentable!
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