Cuenta una tradición muy antigua que un Rey se puso muy enfermo. Desconocemos la enfermedad en cuestión (algunos hablan de lepra), pero no así el nombre del Rey. Éste era Abgaro V de Edesa. Fue en ese momento cuando el Rey tuvo noticias de un hombre sabio, del cual se decía que era capaz de curar a los enfermos, ya que poseía grandes poderes. El hombre sabio era un galileo; su nombre era Jesús.
La leyenda varía. Unos dicen que el Rey envió un emisario a pedirle a Jesús que viniera para que lo curase y si lo conseguía lo colmaría de bienes y podría vivir en su palacio, mientras existe otra (bien defendida por Eusebio de Cesarea) en la que se habla de una correspondencia entre el Rey y el galileo (en ambas con el rechazo de Jesús a venir a él porque tenía que cumplir su misión, pero dandole una pequeña esperanza).
La carta de Abgaro decía:
"Abgar Ouchama a Jesús, el Buen Doctor Quien ha aparecido en el territorio de Jerusalén, saludos:He oído de Vos, y de Vuestra sanación; que Vos no usáis medicinas o raíces, sino por Vuestra palabra abrís (los ojos) de los ciegos, hacéis que los paralíticos caminen, limpiáis a los leprosos, hacéis que los sordos oigan; cómo por Vuestra palabra (también) curáis espíritus (enfermos) y aquellos atormentados por demonios lunáticos, y cómo, de nuevo, resucitáis los muertos a la vida. Y, al darme cuenta de las maravillas que Vos hacéis, me he dado cuenta de que (de dos cosas, una): o habéis venido del cielo, o si no, sois el Hijo de Dios, quien hace que sucedan todas éstas cosas. También me doy cuenta de que los judíos murmuran en contra Vuestra, y Os persiguen, que buscan crucificaros y destruiros. Poseo únicamente una pequeña ciudad, pero es bella, y lo suficientemente grande para que nosotros dos vivamos en paz"
Cuando Jesús recibió la carta, le dijo al emisario del Rey que escribiera una carta de respuesta (Eusebio dice que fue el mismo Jesús quien la escribio):
"Feliz seáis, vos que habéis creído en Mí, sin haberme visto, porque está escrito de mí que quienes me vean no creerán en Mí, y que aquellos que no me vean creerán en Mí. En cuanto a lo que habéis escrito, que debería ir a vos, (he aquí, que) todo a lo que fui enviado aquí está terminado, y subo de nuevo a Mi Padre Quien me envió, y cuando haya ascendido a Él os enviaré a uno de Mis discípulos, quien sanará todos vuestros sufrimientos, y (os) dará la salud de nuevo, y convertirá a todos aquellos con vos a la vida eterna. Y vuestra ciudad será bendecida por siempre, y el enemigo nunca prevalecerá sobre ella"
Efectivamente; Jesús fue crucificado y resucitó al tercer día, mientras el Rey seguía convaleciente y mal. Cuentan que mientras el Hijo de Dios aún no había sufrido los tormentos de cruz que le esperaban, hicieron un retrato de Jesús para Abgaro en la que sería la única pintura del Mesías en vida (antes de ascender a los cielos).
Un día vieron llegar a un hombre en el Reino. Éste decía ser discípulo de Jesús. Fue recibido al instante. En audiencia ante el Rey le mostró un lienzo con el que había sido envuelto el Salvador del mundo antes de ser crucificado y con el que había estado en contacto, mientras resucitaba. El Rey, al entrar en contacto con el Poder que salía del propio lienzo, se curó al instante, causando gran regocijo en todos.
Esta leyenda cristiana perduró con el tiempo y tiene fuerte arraigo entre los Cristianos sirios y armenios, los cuales consideran que es verdadera y que el rostro con el Poder del Señor pasó por sus tierras, curando a un Rey que eternamente alabó la Gloria de Dios.
PD: Esta leyenda, a caballo entre la historia y la tradición, sirvió a los antiguos para intentar explicar la llegada del Cristianismo a la zona.
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