Desde 1349 hasta 1830, los herederos a la Corona francesa, que eran los hijos primogénitos del Rey galo, recibían el título de Delfín, pero lo cierto es que dicha denominación nada tiene que ver con los reconocidos y simpáticos cetáceos.
El término procede de Dauphiné, una antigua provincia situada en el sureste de Francia y que hasta 1349 perteneció al conde Humberto II de Viena. Hasta ese momento, el tal Humberto y sus antecesores fueron Señores del Dauphiné (Delfinado), Condes de Viennois, autoproclamandose Delfines de Viennois y Condes de Albon.
Humberto II vendió el título a Felipe VI de Francia con una condición: que el heredero al Trono Francés (el cual sería por otra parte el hijo primogénito del Monarca) debería ostentar el título de Dauphin (Delfín en francés). Así fue hasta el final mismo de la Monarquía en Francia. Cabe decir que se definió a la Delfina de Francia como la esposa del Delfín y, por lo tanto, futura Reina consorte de Francia. El título de Delfín es equivalente al de Príncipe de Gales en el Reino Unido o al de Príncipe de Asturias en España. El primer Delfín, heredero al Trono galo, fue el futuro Carlos V de Francia.
A modo de anécdota, actualmente, el término Delfín se utiliza de forma coloquial para referirse a una persona designada para suceder a otra en un cargo (normalmente político, aunque puede abarcar otros ámbitos).
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