Entre los pilares de un país está su lengua, que no ha sido algo fijo, sino cambiante, que ha evolucionado en función de los usos de la calle, pero sin que en ellos entrará ningún tipo de ideología y mucho menos los políticos.
Craso error es confundir género y sexo y pensar que cuando en una sala hay un nutrido grupo de personas, tanto del sexo masculino como femenino, si un ponente dice "amigos" (palabra del género masculino plural) las mujeres que se hallan presentes no se van a hallar representadas. La gramática del género nada tiene que ver con el sexo. Eso del "todos y todas", "compañeros y compañeras" o "amigos y amigas" es más que una memez; es una memez peligrosa.
Porque lo que se pretende es ideologizar, que un grupo de personas hagan suyo una lengua tan extendida como el español, con eso del llamado lenguaje inclusivo, que pretende reformar la Constitución, algo que la RAE ha rechazado, un organismo lingüístico que se ha convertido en blanco de las iras de los individuos que pretenden prostituir la lengua de Cervantes, Lope, Bécquer, Machado, ...
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