martes, 3 de diciembre de 2019

El Madrid (sin título de Real) en Tenerife (1932)

1932 fue un año trascendental para el Tenerife. El equipo blanquiazul tenía un equipo soberbio, liderado por Bernardino Semán, pero con otros jugadores de calidad como el todocampista Pancho Arencibia (que años después, tras la guerra, triunfaría en el Atlético Aviación con el que ganaría dos Ligas seguidas), Morera (después de su periplo peninsular con el Real Madrid), Luzbel, Chicote y en portería el gran Gilberto Cayol, asentado en la portería, sustituyendo a Baudet. Tras una inolvidable goleada contra el Hesperides (12-2), tenía que ganar al Iberia para lograr el titulo insular y poder medirse al Betis en los dieciseisavos de final de la Copa de España. El Tenerife ganó 3-1 con un gol portentoso de Arencibia que, al no llegar a rematar de cabeza (pues se había pasado de frenada), conectó el balón con el tacón para golear ante la salida del portero en un remate parecido al que muchos años después haría Di Stéfano contra el Real Valladolid en una clásica imagen de la Saeta Rubia.


Una semana después el Tenerife se embarcaba en el Villa Madrid para disputar la eliminatoria, ambas en la Península, ya que el "efecto insular" hacía que los equipos peninsulares no quisieran embarcarse a jugar partidos oficiales en las islas. Los blanquiazules jugaron de locales en Mestalla, obteniendo un buen empate a uno, aunque en el partido del Patronato se perdió mediante un arbitraje adverso con un gol legal anulado y un penalti en contra inexistente, aderezado con tres jugadores lesionados (hasta los años 70 no existíeron las sustituciones, por lo que tuvo que jugar en desventaja numérica). No obstante, el vistoso juego ante los verdiblancos le hizo ganarse un prestigio tal que posibilitó la visita de equipos penínsulares a Tenerife para captar nuevos talentos, entre ellos el Madrid (sin el título de Real por la II República), que entonces acababa de conseguir su primera Liga, sin perder un sólo partido y que venía a la isla con todas sus figuras (Zamora, Ciriaco, Quincoces, Luis Regueiro, Olivares, Lazcano...).


Fueron en Junio de 1932. Se concertaron tres partidos, que se jugarían en el Stadium de Santa Cruz de Tenerife (actual Heliodoro Rodríguez López). En la vispera, podríamos decir que los casí 60.000 habitantes con los que contaba Santa Cruz de Tenerife estaban pendientes del "Vapor de Cádiz", que traería a los blancos, comandados por el divino Zamora, el mejor portero del mundo. En una época donde crecía la afición (aunque no es como ahora), todo se desbordó. Los aficionados acompañaron a los jugadores blancos hasta el hotel donde habrían de hospedarse.

Uno de los partidos del Tenerife y el Madrid

En el primero de los partidos, un inmenso Cayol sostuvo a los locales, que consiguieron un milagroso empate a cero. Seis días después, un gol de Semán puso un histórico 1-0 definitivo. Para el tercer partido, los visitantes no supieron abrir el cerrojo defensivo del Tenerife, que acabó ganando 2-1, confirmándose como referente no sólo de la isla, sino de toda Canarias, algo que se siguió siendo gracias a las victorias ante el Donostia (nombre de la Real Sociedad durante la II República). El Madrid, por su parte, fue a Las Palmas donde jugó cuatro partidos, dos con el Victoria (que ganó por 1-3 y 1-2) y dos con el Marino (con el que empató a dos y a cero). Más de una década después, tanto el Marino como el Victoria fueron dos de los equipos fundadores de las Palmas. De hecho, el mangas Molowny jugaba en el Marino cuando fue fichado por el Real Madrid en 1946 (enlace).


El equipo blanco volvió a ganar la Liga el año siguiente (con su eterna lucha ante el Athletic de Bilbao) y dos años después fichaba a Gilberto Cayol como suplente de Zamora, aunque la mala forma de éste en aquella temporada, posibilitó que el mencionado Cayol jugase varios partidos a gran nivel. Sólo estuvo ese año, volviendo a la isla (enlace).

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