En 1492 tuvo lugar otra diáspora. Ese año los judíos nacidos en la Península Ibérica fueron expulsados mediante el Edicto de Granada firmado por los Reyes Isabel y Fernando el Católico con la intención de unificar el territorio bajo la Fe Cristiana y que los que aún seguían practicando la Fe Judía no influyeran negativamente en los judeoconversos o cristianos nuevos, que eran aquellos judíos que habían cambiado del Judaísmo al Cristianismo. A los descendientes de aquellos judíos expulsados de la Península Ibérica se les denominan sefardíes.
La palabra sefardí proviene etimológicamente de Sefarad,
término bíblico con el que las fuentes hebreas designan a la Península
Ibérica. Durante la Edad Medía convivieron las tres religiones del libro o monoteistas, Cristianismo, Islamismo y Judaísmo, aunque se ponga el foco muy especialmente en las guerras entre cristianos y musulmanes en el periodo histórico que se denomina como Reconquista. Sin embargo, los judios jugaron un papel importante durante aquellos Siglos, trabajando la tierra (importancia agrícola y ganadera que beneficio económicamente a los Reinos Penínsulares), tomando como suyas la lengua y algunas costumbres de aquellos lugares donde residieron.
Sin embargo, la llegada de la Inquisión acabo con todo. Ésta, al igual que muchos creyentes cristianos, no venían bien el aumento de la población judía y comenzaron a ser perseguidos. Eran los asesinos de Cristo y como tal todo estaba permitido, ocasionandose una serie de bulos sobre que raptaban a niños cristianos para crucificarlos y beber su sangre. Son los famosos libelos de sangre, que no son exclusivos de la Península Ibérica.
Lo cierto es que eso, unido a que los Reyes querían la unificación de los Reinos, mediante una Fe única, hizo que todos los judíos que no abandonaran el judaísmo fueran expulsados. Sin embargo, con la expulsión no cambiaron muchas cosas, ya que muchos judeoconversos fueron denunciados y acusados de practicar la Fe Judía, siendo quemados en las hogueras, destacandose el enfrentamiento entre los Cristianos Viejos (Los cristianos de toda la vida) y los Cristianos Nuevos (los cristianos cuyo origen era judio). La limpieza de sangre lo fue todo en una España donde el fanatismo religioso se llevo la vida de muchas personas, acusadas sin alguna prueba en su contra independientemente de el hecho de ser descendiente de judios. A los judeoconversos que supuestamente seguían practicando sus costumbres religiosas se les denominaban marranos.
Auto de Fe |
Los judios expulsados tomarían el nombre de sefardies y serían recibidos especialmente por el Imperio Otomano y muchas zonas de África. Ahora parece restituirse gran parte de aquellos que le quitaron en aquel lejano, pero trágico, 1492. Los sefardíes que lo requieran podrán obtener la nacionalidad española.
Un gesto de una España que ha avanzado, a pesar de las dificultades, y que consideraba que era de justicia paliar una parte de dolor por aquellos judíos que tuvieron que partir de la tierra que les había visto nacer y a la que querían porque había algo mucho más importante que las diferencias religiosas: El Amor por su tierra; el cariño por su propia Patria.
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