miércoles, 8 de abril de 2020

Los druidas: entre la realidad y la oscuridad

Tengo que reconocer que mi conocimiento inicial (si se puede llamar así) está en las historietas de Asterix donde destacaba el druida Panoramix, cuya poción mágica hacía fuertes a los galos, rechazando gracias a ésta al invasor romano. Lo cierto es que conocemos muy poco de los druidas y su mundo podríamos decir que se mueve en un maremágnum de tradiciones imposible de discernir.


La primera referencia de su existencia la tenemos en los "Comentarios sobre la Guerra de las Galias" de Julio César del año 50 a. C. 
Procedentes del mundo celta y, por lo tanto, con un contexto muy supersticioso, según romamos y griegos, la población de la zona tenían a los druidas para regir la autoridad espiritual, intelectual y, en definitiva, la misma sociedad a la que pertenecían. Era el sacerdote, sabio y mago de la comunidad. Los druidas no dejaron nada escrito debido a que abominaban de la escritura, pues temian que sus secretos se divulgasen, por lo que es difícil de "rastrearlos" y sólo tenemos conciencia de ellos por escritos griegos y romanos.
Tras un largo proceso de iniciación (con aprendizaje de oraciones, prácticas, conjuros, botánica, medicina, leyes y demás), que podía durar hasta veinte años, el nuevo druida quedaba libre de toda obligación, siendo mantenido a cambio de ejercer las funciones de consejero y mago. 


El druida estaba presente en nacimientos y funerales y era responsable tanto del presente como del futuro de la comunidad, prediciendo los acontecimientos. Podía, además, utilizar el poder de la palabra (bendiciendo, maldiciendo e incluso prohibiendo), por no hablar de su fuerte conocimiento de las propiedades curativas de determinados alimentos o preparados. Incluso se habla de su contacto con el más allá,  tomando determinadas hierbas,  que eran drogas alucinógenas,  las cuales "facilitaban" su camino místico.  Eran oficialmente los médicos de su comunidad.
Muchos han querido ver (no sin cierta lógica) en la fenomenal construcción megalítica de Stonehenge, en las Islas Británicas la mano del mundo de los druidas, por no hablar de que tenemos al mago Merlín, uno de los referentes de la leyenda arturica, el ejemplo perfecto de las cualidades que asociariamos a un druida. De hecho, se dice que la figura de Merlín bien pudo basarse en druidas reales o al menos en escritos romanos donde se hablaban de sus prácticas.
El Emperador Tiberio, sucesor de Augusto, prohibió las prácticas druídisticas y esta orden dejó de existir merced a presumibles persecuciones por parte del Imperio Romano en la Bretaña y las Galias. Algunas fuentes sostienen que sobrevivieron en la clandestinidad durante varios siglos, algo que no sería extraño teniendo en cuenta la cantidad de pueblos dispersos, que siguieron manteniendo sus creencias. 


Sólo una nueva Fé, que tuvo su origen en la zona de Israel, pareció acabar con la creencia en los druidas; una Fé, que al igual que los druidas, también fue perseguida por el Imperio Romano y que, con el tiempo, se convirtió en la Religión oficial de dicho Imperio, invocando su carácter universal no por la espada, sino por la conversión, dicha Fé era el Cristianismo. Los druidas desaparecieron tan misteriosamente como llegaron.

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