El Rey de España tiene las funciones que tiene, pero ninguna de ellas incluye las de decirle a un partido político lo que tiene que hacer o votar en una sesión de investidura. Parece que Albert Rivera no lo sabe o no lo quiere saber.
Cierto es que la actitud de bloqueo de los que actualmente dirigen el PSOE es insoportable, demostrando lo que les importa la voluntad popular. Una voluntad que les hace sumar cada elección que pasa menos diputados. Pero el Rey no puede ni debe decirle a un político cuál debe ser el sentido de su voto. Creó que algunos ya son mayorcitos para saber sus responsabilidades de cara al futuro del país y que gobernar no lo es todo y que en Democracia los de izquierdas pueden sentarse a hablar con los de derecha y viceversa y, fíjense que curioso, no pasa absolutamente nada. El problema viene cuando los líderes de los partidos políticos se radicalizan y crean muros más grandes y terribles que el muro de Berlín. Si Fraga y Carrillo, Suárez y Felipe, pudieron hablar ¿Por qué no van a poder hablar estos 40 años después de aquello sin la intervención real?
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