En el Palacio de Fabio Nelli en Valladolid se halla un sillón curioso no tanto por su forma (bastante normal en apariencia), sino por la historia que hay detrás de ella, la cual nos retrotrae al Siglo XVI, concretamente al año 1550 cuando se fundó la primera cátedra de anatomía humana de España en la Facultad de Medicina de la Universidad de la ciudad, la cual estaba dirigida por Alonso Rodríguez de Guevara, que llevó a cabo las primeras disecciones humanas en España, algo visto en aquella época con cierto recelo por la Iglesia Católica. A dicha facultad asistió un joven (contaba con 22 años) de origen
portugués y sefardí, que respondía al nombre de Andrés de Proaza, el
cual tenía gran interés por la anatomía humana.
La historia (o leyenda según se mire) nos relata que ese mismo año se denunció la desaparición de un
niño de unos 9 años, mientras los vecinos de la calle Esgueva de Valladolid
declararon que desde el sótano de la casa del tal Andrés, cuyas
traseras dan a la actual calle de la Solanilla, se oían gemidos, llantos
y ruidos, viéndose como sangre través del
desagüe, que teñía de rojo las aguas del río.
Los vecinos alertaron a las autoridades y al
abrir dicho sótano encontraron algo terrible. En una mesa de madera encontraron el
cuerpo del niño desaparecido, despedazado tras haberle practicado en
vida una autopsia. Aparte de eso, se hallaron cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo de la mesa.
Palacio de Fabio Nelli |
Cuando las autoridades le interrogaron, Andrés confesó que tenía un pacto con el mismísimo diablo
a través de una silla que estaba en su escritorio, en la cual se sentaba
a escribir sus oscuras ideas, y sus espantosas notas de la nigromancia (Conocimientos y prácticas que intentan conjurar y/o
someter los malos espíritus y las fuerzas maléficas ocultas para causar
daño a los demás) o autopsias que practicaba con los seres vivos que obtenía. Según dijo al sentarse
en dicho sillón, el diablo le ofrecía absolutamente toda la sabiduría del mundo en
medicina, comunicandose con él. La silla diabólica estaba fabricada con madera de cedro, con respaldo y reposo de cuero y color marrón.
Proaza fue condenado por la Inquisición
a morir en la hoguera, siendo sus posesiones, así como la fatídica silla
expuestos en subasta pública, pero nadie los quiso debido a tal truculenta historia en torno a su dueño. El sillón se mantuvo en
posesión de la Universidad de Valladolid hasta que pasó al museo arqueológico que tiene sede en el mencionado Palacio de Fabio Nelli donde se conserva.
Sobre la historia no sabemos si es más verdad o mentira, pero lo cierto es que aún mantiene toda su plenitud en cuanto a objeto maldito y es que según se dice todo el que se sienta en la silla, muere a los dos o tres días o puede que adquiera todo el conocimiento del mundo como el tal Andrés. ¿Quién sabe?
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