"En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño -juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos"
Sería el año 1929 cuando don Antonio Machado, grande entre los grandes, publica sus Canciones a Guiomar, una mujer de la que al parecer nadie ha oído hablar. ¿Quién es ella?¿Fue esta Guiomar el Amor de su vida?
Durante años muchos estudiosos del poeta no dudaban sobre el que la Guiomar Machadiana no era otra que su esposa Leonor con la que se había casado cuando ésta era menor de edad (contaba con 16 años) en un Amor tan puro como sentimental, que habían supuesto los mejores años de don Antonio, y que acabó con la muerte de ella por tuberculosis en 1912. ¿Era esa su Guiomar?
Todo salió a la luz años después de la muerte del poeta en el exilio de Colliure, pareciendo confirmar lo que algunos pensaban sin llegar a decirlo. "Sí, soy Guiomar. (Memorias de mi vida)", libro publicado en 1981 nos dio la clave. La Guiomar de Machado, la cual era la autora de dicho ensayo, no era otra que Pilar de Valderrama.
Pilar era una mujer casada y aunque sabemos porque la llamó Guiomar (para evitar un escandalo), desconocemos el motivo por el que la llamó así. Ella vive en un matrimonio infeliz con Rafael Martínez Romarate, que trabaja en el teatro como luminotécnico, cuando conoce a don Antonio. Ella, 16 años mayor que él, se enamora de un Machado en un Amor correspondido, a pesar de los pesares. Ella es católica de derechas; él del izquierdas y adscrito a la causa republicana. Poco importa; ambos se quieren y desde ese momento entablan una relación que durara años y años, devolviéndole la alegría por la vida a Machado, que, tras la muerte de su Leonor, se había sentido profundamente envejecido.
Ella vive en Madrid, con su marido; Antonio, en Segovia, pero no pierden la relación, escribiéndose cartas de Amor. Los fines de semana, don Antonio va a la capital de España, donde se encuentran y pasean juntos, cuando es verano, por los jardines de la Moncloa donde se sientan en un banco al que ellos llaman el banco de los enamorados. En el otoño, se refugian del frío en un café de Cuatro Caminos.
Más de una vez sueña Machado con hacer una vida de matrimonio con Guiomar; su Guiomar con la que sueña día y noche, pero siempre vuelve a la cruda realidad. Más de una vez va al teatro a ver algunas de las obras de Guiomar, convertida en dramaturga, pero eso no le llena. Don Antonio sueña con acompañarla, cuando ella está acatarrada: "Quieta,
arropadita en tu cama, porque allí está -a tu cabecera- tu poeta,
dándote el calor de su corazón (...) Te aconsejo mucho abrigo y, para
sudar un poco, tomar un ponche con una copita de coñac. Es mano de santo" ¡Cuánto quiere a Guiomar!
Las cartas se suceden y Machado no es que haya rejuvenecido, sino es que parece todo un chiquillo enamorado, escribiéndole cartas que terminan con una ristra de piropos: "¡Adiós,
preciosa, encanto, milagro, maravilla, reina, diosa de mis entrañas,
adiós! (...) Escribe a tu loco. Tuyo, tuyísimo, archituyo...".
En 1936 llegaría una plaga en forma de guerra y los dos enamorados tuvieron que separarse. Ella y su familia fueron a Portugal, mientras él se fue al exilio francés con su madre. Si hace poco parecía haber recuperado la juventud que él creía perdida, la separación de su amada (unida al desgarramiento de España) pareció sumirle en la tristeza más profunda. Don Antonio falleció unos meses antes de que acabara la guerra, estableciéndose lo que él había predicho en sus versos (Las dos Españas). Allí en Colliure, muy lejos de su tierra y de su amada:" Guiomar, Guiomar..." susurró en su último aliento. Hasta en el último momento, su pensamiento había sido hacía ella.
En 1936 llegaría una plaga en forma de guerra y los dos enamorados tuvieron que separarse. Ella y su familia fueron a Portugal, mientras él se fue al exilio francés con su madre. Si hace poco parecía haber recuperado la juventud que él creía perdida, la separación de su amada (unida al desgarramiento de España) pareció sumirle en la tristeza más profunda. Don Antonio falleció unos meses antes de que acabara la guerra, estableciéndose lo que él había predicho en sus versos (Las dos Españas). Allí en Colliure, muy lejos de su tierra y de su amada:" Guiomar, Guiomar..." susurró en su último aliento. Hasta en el último momento, su pensamiento había sido hacía ella.
En 1979, Pilar, la Guiomar de los sueños de Machado, fallecía en Madrid. Don Antonio y Guiomar, años después volverían a reunirse en el cielo; sus dos Almas volverían a encontrarte ¿Por qué? Porque un Amor como ese fue tan grande que trascendió a la propia vida carnal. El Amor de don Antonio y Pilar, su Guiomar, es inmortal.
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