Contaba Rodolfo Martín Villa, Ministro del Interior, que nunca aquel día de Enero de 1977 se estuvo tan cerca de ponerse fin al proyecto que sería la Transición política a la Democracia. Parece mentira después de todo lo que pasó (incluyendo un intento de golpe de Estado en 1981), pero...
Nos encontramos en una España post-franquista en la que no se tenían las cosas claras del todo. El Gobierno de Suárez ya había iniciado una especie de contactos con el PCE y Santiago Carrillo para buscar la mejor forma de que fuera legalizado Una época en la que había tres grupos terroristas: los de extrema izquierda que eran la ETA (que ya venía de los últimos años del franquismo) y los GRAPO y los de extrema derecha, que aunque eran más desorganizados, buscaban hacer un gran daño con actuaciones violentas en el menor tiempo posible.
Un 24 de Enero de 1977, una serie de abogados laboralistas trabajaban en su despacho de Atocha como cualquier día laborable. Ya era muy de noche cuando entre las 22:30 y 22:45 un grupo de extrema derecha llamó al timbre. Al parecer, iban en busca del dirigente comunista Joaquín Navarro,
Secretario General del Sindicato de Transportes de Comisiones Obreras en Madrid,
convocante de unas huelgas anteriores. Al no encontrarlo (había salido un poco antes) decidieron disparar contra los presentes.
Fruto de las balas murieron los abogados laboralistas Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Javier Sauquillo; el estudiante de derecho Serafín Holgado; y el administrativo Ángel Rodríguez Leal, resultando gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta, Luis Ramos Pardo y Dolores González Ruiz, casada con el fallecido Sauquillo. Poco después irían a la sede de UGT encontrándola vacía.
Este hecho generó un impacto tremendo en la población y en los medios de comunicación, no ya sólo por la brutalidad de la acción, sino por el desprecio con el que se habían comportado los terroristas antes de la matanza.
El entierro fue multitudinario y la actuación de la gente honesta, fuera de la ideología que fuera, fue encomiable, ya que transcurrió tanto en silencio como sin incidentes, algo impensable meses atrás y es que hay que tener en cuenta que estamos hablando de la primera "manifestación" de la izquierda, tras la muerte de Franco. A ella asistió Santiago Carrillo, el cual junto a otros miembros del PCE fue protegido por las fuerzas de seguridad por si acaso, dándose la paradoja de que los comunistas aún estaban ilegalizados. Ese sería el principio de como se gestó la definitiva legalización del Partido Comunista un día de Semana Santa. La posibilidad de una Transición pacífica era posible.
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