martes, 24 de enero de 2017

El hijo del viento

Su velocidad era pocas veces igualada. Carl Lewis debería haber debutado en los Juegos Olímpicos de 1980 celebrados en Moscú, pero el boicot estadounidense hizo que éste se retrasara 4 años... hasta los Ángeles.


Ese año de 1984 demostraría que estábamos ante un velocista inigualable. Lewis ganó 4 Oros, igualando la gesta de otro grande de su país, Jesse Owens. También en los Mundiales de atletismo de Roma siguió demostrando todo su potencial; un tipo tan rápido al que ya muchos llamaban el hijo del viento y que sólo pudo encontrar un rival de su altura en Ben Johnson hasta que saltó la polémica por el dopaje de éste, el cual acabó siendo desposeído de sus medallas en favor de Lewis.


Pero no sólo de carreras vive el hombre y Carl también fue un grande en eso del salto de longitud, consiguiendo medallas y, de hecho, fue su última medalla en unos Juegos Olímpicos (los de Atlanta 1996), consiguiendo la victoria en esta disciplina por cuarta vez consecutiva ¡Todo un record!


Después vendría una suspensión cautelar por supuestamente haber tomado sustancias prohibidas (según unos documentos dio positivo en 1988), pero lo cierto es que no fue a más y Lewis conservó sus medallas en aquel año. Independientemente de eso ya poco podían hacerle (y quitarle) a uno de los mejores velocistas y saltadores no sólo de su tiempo, sino de todas las épocas. Aquel chaval de Birmingham en el Estado de Alabama con grandes aptitudes para las carreras y aquel nadie podía parar era muy grande; el hijo del viento se había convertido en leyenda.

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