"Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos"
Madre Teresa de Calcuta
Siendo honestos, lo que a la madre Teresa de Calcuta la nombren Santa no deja de ser algo anecdótico porque ya en vida fue muy querida y apreciada por todos lo que la trataron. Nacida en la actual Macedonia e hija de un empresario albanes, Agnes Gonxha Bojaxhiu (su nombre secular) cuando apenas tenía 18 años, cambio su vida.
Conmovida por las crónicas de un misionero cristiano en Bengala, abandonó para siempre su ciudad natal para viajar a Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio, eligiendo el el nombre de Teresa para profesar.
Apenas hechos los votos fue Calcuta (con la que habría de identificar su vida y su vocación de entrega a los más necesitados). Fue tal la profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad la que le movió a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y entregarse por completo a la causa de los más necesitados. Enérgica y decidida en sus propósitos.
En 1948, después de ser proclamada la independencia de la India, obtuvo la autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres. Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna, Teresa de Calcuta abrió su primer centro de acogida de niños. Dos años después, adoptó la nacionalidad india, fundando posteriormente la congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría numerosos obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.
A partir de ahí una labor insesante de Teresa para ayudar a los más pobres, lo que posibilitó la creación de casas de acogida en todo el mundo. Gran luchadora conta el aborto ("Por favor, no maten al niño; nosotros nos ocuparemos de él. ...Por
favor, dadme a vuestros niños. Con mucho gusto acepto todos los niños
que morirían a causa del aborto"), su trato con todas la sociedad (desde pobres hasta representantes de Casas Reales), así como su compromiso para ayudar a los más necesitados sin importar la Fe que profesaran: "Para nosotras no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las que prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las creencias, sino la necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las pobrezas".
La gran autoridad moral de Teresa no sólo era por lo que hacía, sino como lo hacía. Eso le valió el Premio Nobel de la Paz en 1983, pero como dije antes de su Santidad, no deja de ser una anécdota para lo grande que fue esta mujer. Sin embargo, hubo sectores de la sociedad que la despreciaron precisamente por algo que ella nunca hizo de otros; por su Fe. En Mayo de 1983, durante el Primer Encuentro Internacional de Defensa de la Vida, defendió con gran vehemencia la doctrina de la Iglesia, conceptiva, antiabortista y contraria al divorcio. Ya lo dijo ella: "Los niños son como las estrellas, nunca hay demasiados".
Recuerdo cuando falleció y, aunque todavía era un niño, si que tenía la conciencia para comprobar lo mucho que la quisieron todos aquellos a los que trato o recibieron su ayuda, algo que todos y cada uno de nosotros podemos hacer si nos lo propusiéramos: "El trabajo que hacemos no tiene nada de heroico. Cualquiera que tenga la gracia de Dios puede hacerlo".
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