Creo que ya lo he comentado más de una vez. Se pueden cometer muchos errores cuando se es gobernante. Errores forzados o no forzados tales como casos de corrupción, malas recetas económicas e incluso mentir, pero lo peor con diferencia es cuando un dirigente, debido a sus creencias ideológicas o de cualquier otra índole, divide a su pueblo en buenos y malos, cuando toma partido por unos y desprecia a los otros. Nunca llueve a gusto de todos, pero ante todo un dirigente no sólo gobierna para sus votantes, sino para todos los ciudadanos.
Algo así no pasa en Cataluña desde hace mucho tiempo. Catalanes buenos y catalanes malos; familias que no se pueden ver por culpa de un nacionalismo que todo lo divide que todo lo devora. Los críticos con aquellos que despreciamos el nacionalismo catalán siempre sacan a la luz el nacionalismo español sacando de las sombras a Franco como si defender a España y con ella a todos los territorios de España seamos unos miserables facistoides que no queremos la prosperidad de Cataluña. Claro que queremos la prosperidad de Cataluña... y de todas las regiones que componen España. El problema viene cuando un catalán no puede puede gritar un ¡Viva España! en su tierra por si le increpan. El problema es que la famosa Diada de Cataluña es el día de unos catalanes contra otros catalanes.
Es lamentable. Muy lamentable que unos dirigentes, algunos con intereses muy oscuros, dividan a su población. Y nosotros, los españoles, sabemos las tremendas consecuencias que las divisiones trajeron en el pasado.
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