Hubo una época en la que la Iglesia estaba tan dividida por el poder que llegaron a haber hasta 3 Papas a la vez, los cuales tenían sus partidarios. Sólo uno era reconocido como oficial, mientras que los demás fueron denominados por la facción triunfante como antipapas. La idea de los mencionados antipapas era usurpar el poder del Papa legitimamente elegido. Uno de esos hombres era aragonés y su nombre completo era Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor. El nombre por el que fue conocido por sus partidarios fue el de Benedicto XIII de Aviñón, pero paso a la historia con el apelativo de Papa Luna.
Luna fue uno de los cardenales que participo en el conclave que se encargó de elegir a Urbano IV, el cual tenían tantos enemigos dentro del cuerpo cardenalicio que muchos consideraron nula su elección basándose en la certeza de que sólo 16 de los 22 cardenales electores se encontraban durante dicho conclave, ya que no se esperó la llegada de los que se encontraban en Aviñón. No obstante, el nuevo Papa fue proclamado.
Sin embargo, el carácter poco apacible de Urbano, así como el que la Iglesia se encontrara dividida en diferentes facciones, hizo que muchos comenzaran a protestar no ya sólo porque no hubieran estado todos, sino debido a que algunos declararon haber votado bajo presión.
Varios Cardenales declararon nula la elección, encontrándose entre ellos el propio Pedro de Luna, eligiendo a su "propio Papa", que sería Roberto de Ginebra, quien tomó el nombre de Clemente VII, con sede en Aviñón. Se iniciaba el que sería conocido como Cisma de Occidente, que también se conoce como Gran Cisma de Aviñón, disputandole de forma directa la supremacía a la misma Iglesia de Roma. Tras la muerte de Clemente, Pedro de Luna sería elegido Papa con el mencionado nombre de Benedicto XIII.
El Papa Luna tuvo mucho adeptos, dado su buen carácter, muy alejado de unos Papas romanos corruptos y vendidos al mejor postor. Precisamente el hecho de que Luna no se vendiera ante nadie, hizo que el Reino de Francia le quitara su apoyo a Aviñón. Desde el poder se obligo a Luna a dimitir, algo a lo que se negó, ya que ésto podía causar un daño irreparable a la Iglesia.
Tras un bloqueo militar de los franceses sobre su Palacio en Aviñón, Benedicto XIII logró huir de la ciudad en 1403, buscando refugio junto a Luis II de Nápoles. El fin del apoyo francés hizo que los Reinos de Portugal y Navarra
dejaran de reconocerlo como papa, Mientras que 17 cardenales
abandonaban la obediencia a Aviñón, quedando sólo cinco cardenales
leales a su persona. Su papado era, por aquel entonces, reconocido por los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia.
Luna, que intentó por todos los medios la unificación papal (con obediencia hacía él), fue declarado hereje en el Concilio de Constanza de 1415, declarándosele como antipapa. En dicho Concilio, además, Martín V sería elegido como el Papa de la Iglesia unificada. Luna trasladaría su sede a Peñíscola, al antiguo castillo, que había pertenecido a la extinta Orden del Temple.
Allí, bajo la protección del Reino de Aragón, falleció a la edad de 96 años (una barbaridad para la época) uno de los personajes más carismáticos de la Iglesia del momento y que llegó a disputarle al Papa romano su propia autoridad. En Peñíscola falleció en la inmensa soledad el Papa de Aviñón; en Peñiscola falleció el Papa Luna.
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