No siempre el baloncesto fue un deporte muy seguido en España. En los años 60 parecía impensable que el combinado Nacional pudiera llegar a una final europea o a nos Juegos Olímpicos... hasta que llegó Antonio Díaz-Miguel.
Díaz-Miguel fue uno de los muchos que como jugador se formó y creció en una de las mejores canteras del deporte de la canasta, la de Estudiantes, y llegó a ser internacional. Sin embargo, como seleccionador alcanzaría las grandes cotas por la que será recordado siempre.
Díaz-Miguel inició su carrera con España en el 65 y entrenó a jugadores del calibre de Corbalán, Buscató, Emiliano, Epi, Carmelo Cabrera, Fernando Martín y Romay entre otros. Gracias a su pasión por el baloncesto, Diaz-Miguel llevaría a la Selección a unas cotas impensables.
Sus logros: Subcampeonato europeo en 1973 y 1983, cuarto en el Mundial de 1982 y el increíble éxito de los Juegos Olímpicos de 1984 en los Ángeles, donde se consiguió la Plata, cayendo en la final contra los Estados Unidos de un tal Michael Jordan.
Muchos hablan no sin razón de Pedro Ferrándiz como el que introdujo el juego defensa-ataque en España o de Fernando Martín como el genio que nos metió de lleno en la NBA, pero el baloncesto nacional alcanzó la cúspide gracias a un Díaz-Miguel que, tristemente, salió por la puerta de atrás, tras el desastre de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Habían pasado 27 años desde que a un joven con ilusión se le había encargado la difícil tarea de dirigir a una Selección Española muy diferente a la que acabaría dejando. Díaz-Miguel nos mostró el camino de lo que serían los posteriores éxitos en Mundiales y Europeos. Y todo gracias a su pasión por el baloncesto.
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