jueves, 28 de febrero de 2019

Cuentan en los mentideros...

Habladurias, habladurías y habladurias... allí estaban los mentideros donde se hablaba de todo, muchas veces desde un punto de vista algo jocoso y que no necesariamente respondía a la verdad. Los viejos mentideros...


En la Villa y Corte de Madrid de aquel grandioso Siglo de Oro español (tanto desde el punto de vista político como artístico) existian los mentideros, lugares fijos donde los lugareños se reunían para conversar, recabar información o simplemente compartir chismorreos. Algunos dicen que era una suerte de periodismo oral; no les falta razón, pero en ello entraba más el amarillismo (con referencias incluso a la vida privada de reyes, nobles o personajes importantes de la época) que sucesos significativos para el devenir del Imperio (aunque las guerras y Flandes estaban en mente de todos). Incluso por los mentideros circulaban poesías anónimas en las que muchos veían la mano de Quevedo.
Hubo varios mentideros, pero los más conocidos fueron los de las Gradas de San Felipe (ubicado en las escaleras que tenía el Convento de San Felipe el Real en la Puerta del Sol.), las Losas de Palacio (en la parte delantera del Real Alcázar, también conocido Alcázar de los Austrias) y el de los Representantes (ubicado en un ensanchamiento que tenía la calle del León, en el barrio de las letras).

El convento de San Felipe el Real

Allí se conocía todo, tanto lo que desde la oficialidad se quería conocer como lo que no y como ya comenté no todo era cierto, respondiendo más bien a rumores, pero eso no significa que no hubiera realidad en todo lo que se dijera. De hecho, muchos de esos mentideros se hallaban cerca de edificios oficiales tal como las mencionadas Gradas de San Felipe. Los viejos mentideros.

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