No nos engañemos. Durante nuestra generación y anteriores fuimos testigos de tortugas que luchaban contra el crimen y comían pizza o de partidos de fútbol interminables, cuyo estadio era era inimaginablemente grande. Así ¿Acaso nos íbamos a sorprender de un videojuego, cuyos protagonistas son dos fontaneros italianos, Mario y Luigi, que viven en el Reino champiñón y cuyo trabajo suele ser a una Princesa que suele ser secuestrada?
La verdad es que, partiendo de esta idea demencial, Nintendo hizo millones y millones de dolares. No sabemos sí era por el comienzo con esa música característica, por la atrayente historia (aunque Toad nos sacara de las casillas cada vez que nos decía que la princesa Toad se encontraba en otro castillo) o por los malos del juego (Bowser basicamente).
El caso es que Nintendo encontró un filón demasiado grande no sólo por el merchandising generado por la figura de Mario, sino que fue capaz de hacer series, show y películas (¿Qué hiciste Bob Hoskins?) muy por debajo de la calidad de unos juegos, que aún siguen saliendo, a pesar del tiempo.
Lo que si es seguro es que Mario junto a su rival Sonic (si; un erizo creado por Sega) es uno de los personajes que marcaría una época para muchos jóvenes; unos años en los que se popularizarían los videojuegos.
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