Rostro de mujer, cuerpo de león y alas de ave; así era la figura de un ser tan mortal como la Esfinge, demonio símbolo de destrucción y mala suerte. Un animal indomable, que provocaba el terror en todos aquellos que tenían la desgracia de encontrársela.
Según el historiador y mitografo Apolodoro, la Esfinge había aprendido el arte de formular enigmas de las Musas. La Esfinge cantaba sus enigmas con una maestría impresionante.
El acertijo de la esfinge era el siguiente: "¿Qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?"
Varios trataron de resolver el enigma propuesto por la Esfinge y fallaron, siendo muertos. Ante tal angustiosa situación, el Rey hizo una proclama por toda Grecia prometiendo que daría el reino, y a su hermana Yocasta en matrimonio, a quien resolviera el enigma de la Esfinge. Muchos vinieron de diferentes zonas, fallando en la solución.
Eso sucedió hasta que llegó Edipo, el hijo perdido de Layo y Yocasta,
lo interpretó correctamente. Según Aristófanes el gramático, las palabras de Edipo fueron:
"Escucha, aun cuando no quieras, Musa de mal agüero de los muertos, mi voz, que es el fin de tu locura. Te has referido al hombre, que cuando se arrastra por tierra, al principio, nace del vientre de la madre como indefenso cuadrúpedo y, al ser viejo, apoya su bastón como un tercer pie, cargando el cuello doblado por la vejez"
Hay varias versiones sobre esta historia; una de ellas afirma que la esfinge se suicidó, mientras otras afirman que el propio Edipo la mató. Lo cierto es que como recompensa, Edipo se casó con la reina (su autentica madre; sin saberlo) y se convirtió en el regente de Tebas.
Lo sucedido con Edipo, descubriendo que se había casado con su madre y su posterior destierro, nos lo relata otra parte de la mitología, que nos fue contada por el gran Sófocles en tres obras: "Edipo Rey", "Edipo en Colono" y "Antígona".
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