En una de las salas del Museo del Prado dedicado al pintor barroco Pablo Pablo Rubens se encuentra uno de sus cuadros más conocidos y reconocidos a nivel mundial. Allí se encuentran las monumentales (y no lo digo segundas) Tres Gracias.
Pintado al óleo con 221 cm de alto por 181 cm de ancho, las Gracias o cárites representan a las hijas de Zeus, Rey de los Dioses, a las que Rubens toma tipo de belleza
ideal, siendo la excusa del pintor para pintar cuerpos exhuberantes, respetando el modelo clásico de las Gracias propia de la mitología. Éstas son Aglaya (la más bella de las tres, que simbolizaba la inteligencia, el poder creativo y la intuición del intelecto), Talia (que presidía las celebraciones festivas y los banquetes ricos y lujosos) y Eufrósine (la cual era la más alegre de las tres y que simbolizaba la alegría).
Este magnífico cuadro fue adquirido por el Felipe IV entre los bienes del pintor, subastados tras su fallecimiento, pasando la pintura a decorar una de las salas del Alcázar de Madrid, y en el siglo XIX se instalaría en el Museo del Prado.
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