Así se despedía según sus amigos uno de los más grandes poetas que han dado las artes españolas. Todo mortal... parecia una frase inacabada, la de un hombre sumamente misterioso en su día a día, pero que si en algo se vio afectado fue por la muerte de su hermano Valeriano y su profunda y desgraciada vida marital. Sólo tenía a sus amigos para velarle... sólo. Bécquer partía.
Siempre fue un hombre enfermizo (¡Dichosa tuberculosis!), pero sería aquel frío invernal la que lo agravaría todo. En medio de su agonía, pide a su amigo, el poeta Augusto Ferrán
que quemase sus cartas ("serían mi deshonra") y que publicasen su obra
("Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que
muerto seré más y mejor conocido que vivo"), pidiendo que cuidaran
de sus hijos sobre los que la historia ha corrido un tupido velo, desconociendo que fue de ellos, si estudiaron, tuvieron otros hijos o si llegaron a escribir versos como su padre.
"Todo mortal... " creo que ni el mismo Bécquer pensó que ya muerto alcanzaría la gloria de los inmortales de las letras españolas. El 22 de Diciembre moría el hombre, pero permanecía el poeta y narrador y hasta 30 minutos después de su muerte tuvo lugar un eclipse total de sol como si el propio cielo se enlutase por la muerte de uno de los hijos de la literatura universal.
"En donde esté una piedra solitariasin inscripción alguna,donde habite el olvido,allí estará mi tumba"
Fue enterrado el día siguiente en un nicho del Patio del Cristo, en la Sacramental de San Lorenzo y San José, de Madrid, siendo sus restos trasladado (junto al de su hermano) a su ciudad, Sevilla, reposando inicialmente en la antigua capilla de la Universidad y a partir de 1972 en el Panteón de Sevillanos Ilustres. Afortunadamente, no sólo no se cumplió su rima 25, sino que está entre los ilustres de la literatura española y universal. Bécquer falleció como todo mortal, pero su memoria sigue presente. ¡¡¡Bécquer vive!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario