Cuantas protestas hemos visto desde que se inicio la crisis por supuesto derechos perdidos, sobre todo a raíz de que llego el PP al Gobierno, cuando el tema venía de mucho atrás.
Protestas legitimas ya que un país con una tasa de paro del 25% es desquiciante. Pero las malas políticas en empleo, educación o sanidad no vienen porque de repente las cosas estan mal. Vienen por una trayectoria nefasta a la que nos ha llevado el llamado Estado de las Autonomías, que en vez de unir, lo que ha hecho es dividir a los españoles no sólo a nivel estructural, sino político, donde unas políticas educativas, por ejemplo, son mejores o menos malas en función de la Comunidad Autónoma donde se vida. Un Estado que sólo ha servido para que determinados individuos actúen como si la Autonomía fuera de ellos y si no me vota, pues pacto hasta con el mismísimo diablo porque lo importante es el poder. En Canarias lo hemos vivido muy a nuestro pesar con Coalición Canaria, un partido que se autodefine como nacionalista, aunque no lo es, que es capaz de pactar indistintamente con el PP o el PSOE para seguir ostentando el poder.
Pero este Estado catastrófico en que nos encontramos no sólo es culpa de ese monstruo de las diecisiete cabezas en que han convertido España, sino de políticos nacionales, supuestamente defensores de España y de la Democracia cuando, sin embargo, le dan todo lo que quieran a los nacionalistas catalanes o pactan para "repartirse" (literalmente) un trozo del pastel o, lo que es lo mismo, elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, lo cual representa un golpe de Estado contra la Democracia, ya que si hay algo que es esencial en un Estado libre es la separación de poderes, que nadie, como vemos, esta cumpliendo.
Y los ciudadanos siguen impasibles ante tanta tropelía propia de ladrones y gente de dudosa condición. Esos individuos a los que llamamos políticos están poniendo en cuestión el Estado de derecho mismo, destruyendo poco a poco al país y a la Democracia.
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