El título de este post resulta cuanto menos curioso, pero es absolutamente cierto. Muy pocos se acuerdan de esta mujer que llegó a ser una de las grandes del incipiente cine, siendo reconocida como una de las primeras estrellas del cine y que tuvo a bien inventar el intermitente. Les hablo de Florence Lawrence.
Natural de Canada, concretamente de Hamilton, Ontario, no es de extrañar que desde el teatro, diera su salto al cine y ahí se quedase. Su primera aparición fue em;1906 apareciera en una película, Florence trabajó con la productora Vitagraph y después con la Biograph Studios. En 1908 se casaba con un joven actor, Harry Solter. La popularidad de Florence creció tanto que en una época donde los nombres de los intérpretes no salían en los títulos de crédito (los productores tenían que si salían en los créditos, se endiosaran y reclamarán mejores sueldos), sus aficionados reclamaban saber su nombre. Los productores decidieron apodarla con un nombre sumamente comercial: "La chica de la Biograph".
Sus primeros y más importantes papeles fueron dirigidos por D. W. Griffith en infinidad de cortometrajes prácticamente seguidos en una época donde se hacían películas como churros y no es descartable (de hecho, es casi seguro) que muchas de las obras en las que participó estén perdidas. Un dato: llegó a hacer once películas en 5 meses. Griffith, por ejemplo, rodo hasta 60 películas sólo en 1908.
Lawrence trabajó en diferentes estudios como IMP (acrónimo de Independent Moving Pictures Company of America, fundada por Carl Laemme, dueño y fundador también de la Universal), Lubin y la Víctor Film Company (fundada por ella y su marido). De hecho, pasó de cobrar 20 doláres en sus inicios a 500 a la semana. También fue importante para las carreras de otros, ya que recomendó a una amiga, también canadiense y que por aquel entonces contaba con 19 años de edad, para sustituirla en IMP. El nombre de su amiga era Mary Pickford.
Ya en los años 10 comenzó su declive que se acentuó con un accidente en el que casi muere en un incendio. Nada sería lo mismo: tuvo varios papeles secundarios, pero su enfermedad derivada del accidente la lastraba, se separó de su marido al que culpaba de un accidente, que le dejó secuelas físicas y psíquicas, se casó un par de veces más, aunque sin fortuna, por no hablar de que fue progresivamente perdiendo su fortuna hasta el estallido que fue el crack del 29, el cual confirmó el desastre.
Más allá del cine, la gran pasión de Florence era los coches. No sólo los coleccionaba en su mansión (obtenida a base de trabajar), sino que se dedicó a mejorar sus funcionalidades. Así, inventó un dispositivo que se hallaba junto al guardabarros trasero del coche por el cual cuando un conductor pulsaba un botón, un brazo subía o bajaba para hacer una señal indicando la dirección de giro del coche. Florence había creado el intermitente que como ven todavía no era lumínico(ese dispositivo que rara vez se encargan de poner los conductores cuando adelantan o salen de una rotonda). También inventó una señal de freno en la que un brazo con una señal en la que ponía STOP se desplegaba cuando el conductor pisaba el pedal de frenado. Estos inventos salidos de la mente de Florence más por interés en ayudar que por intereses económicos no fueron patentados y fueron desarrollados por las empresas del automóvil. Sola y arruinada, posiblemente se suicidó en 1938.
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