jueves, 20 de mayo de 2021

El hombre de las hazañas

Hernán Pérez del Pulgar es uno de los más reconocidos jefes militares durante la guerra de Granada, destacando por su arrojo y valentía. Natural de Ciudad Real, perteneciente al Reino de Castilla, de su infancia se conoce poco, aunque es bien sabido su destreza con la espada y que ya en la adolescencia proyectaba alcanzar grandes cotas, guerreando contra los musulmanes. Siendo joven, participa como escudero en la guerra contra Portugal, que apoyaba a Juana la beltraneja en contra de Isabel de Castilla. 


En 1482, sitiado junto al Duque de Cádiz en Alhama de Granada por las tropas musulmanas, protagoniza una actuación brillante en la que logra eludir el cerco, llegando hasta Antequera para pedir auxilio. Las tropas consiguen tomar una zona tan estrategica como Alhama. Por ello, en 1486, Isabel y Fernando le nombran, mediante una Real Cédula, Capitán General de Alhama. Tras esto, conquista el castillo de Salar, situado en el camino entre Loja y Granada, con una fuerza de tan solo ochenta hombres en la que fue una victoria resonada por ser éste un punto estrategico a la hora de acabar con el último bastión musulman. Casi dos Siglos después, concretamente en 1679,  este hecho sería recordado con la creación del Marquesado del Salar, a petición de la  ciudad de Granada, otorgandosele la Grandeza de España el 19 de Noviembre de 1834.

Los Reyes Católicos

Hernán Pérez del Pulgar, tras participar en la batalla de Vélez-Málaga y de Bentomiz, fue nombrado emisario en las negociaciones de rendición de la ciudad malagueña. Tras ello, tomó Baza, dando muerte durante la conquista al comandante del ejército granadino, Aben-Zaid. Fernando, viendo el arrojo y valentía de tan gran hombre, le dio el título de caballero y la concesión de un escudo nobiliario, "El de los Pulgares", compuesto por un león coronado, que lleva una lanza en las garras con una bandera blanca en su punta con un Ave María, dada su devoción por la Virgen, siendo dicho Avemaría muy importante para la historia que les voy a relatar a continuación. Junto al león hay once castillos que representan a los once alcaides granadinos derrotados por Hernán Pérez del Pulgar y el lema "Tal debe el hombre ser como quiere parecer". Y tal hombre era valiente porque quería serlo.
Sin embargo, aunque resulte increíble, dichas historias son anécdoticas en comparación con la que tuvo lugar en 1490. A finales de ese año, Hernán Pérez del Pulgar juró que debía entrar en el Reino Nazarí de Granada como fuera, y hacer de la mezquita mayor una Iglesia.
La noche del 17 de Diciembre de 1490, Pérez del Pulgar, con quince hombres (uno de ellos un musulman, cambiado de bando, que les serviría de guía), llegó hasta la muralla de Granada. Mientras nueve guardaban los caballos para la huida, el resto se coló por un paso por el que discurría el Darro, entrando en la ciudad. 


Cuando llegaron a la mezquita, Hernán Pérez del Pulgar clavó en la puerta un pergamino que tenía un Ave María y a continuación una frase: "Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles".  Tras ser descubiertos, tuvieron que salir huyendo de la ciudad, no pudiendo provocar varios incendios como tenían previsto. Para huir se dirigió a la Alcaicería y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a la que derrotó a pesar de la inferioridad numérica. Cuentan que aprovecho la confusión del momento para escapar hasta el río Genil y llegar al campamento Real de Santa Fe. Tal hazaña, una afrenta para los musulmanes, le valió la concesión de otro castillo  en su escudo y el derecho a ser enterrado en la que sería la Catedral de Granada, la cual fue construida sobre la antigua mezquita; aquella en la que habia clavado el pergamino que contenía el compromiso de rescatar a la Virgen de los infieles musulmanes. 
Don Hernán Pérez del Pulgar, aunque retirado en Sevilla donde se convirtió en historiador (escribió la Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán donde relataba las campañas de Nápoles de Gonzalo Fernández de Córdoba), todavía fue llamado por el Emperador Carlos para dirigir la guerra contra los franceses en la frontera con los Pirineos. ¡Tenía 73 años!
 

Murió en 1531, con 80 años, y sus restos descansan como le fue prometido en la catedral junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de la Catedral de Granada, un privilegio extraordinario para un hombre de honor. 

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