William Golding sirvió en la marina británica durante la Segunda Guerra Mundial y, después de la misma, había vuelto a dar clases. Fue en ese momento cuando se decidió a escribir un libro, que, si bien no fue un éxito instantáneo, al poco tiempo se convertiría en un clásico contemporáneo en la que confluían sus propias experiencias en la guerra, así como las rígidas normas de los colegios de su país (donde hoy es lectura obligada), que conocía muy bien. Así nació "El Señor de las Moscas".
En tiempos de guerra, un avión que sobrevuela el firmamento, es atacado y derribado por un aparato enemigo. Los únicos supervivientes serán una treintena de niños ingleses, que tendrán que adaptarse no sólo al medio (una isla desierta), sino a un mundo sin normas; en el que ellos son los verdaderos legisladores. Lo que tendrán que hacer es comenzar desde cero.
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Abandonados de la sociedad, tendrán que valerse por si mismos, lo cual no es (ni será) fácil. Muy alejados de un mundo en guerra, el cual se desmorona, los niños están liberados de los códigos morales de su entorno, pero crearan otros, dando rienda suelta a sus más oscuros instintos, reinventando mitos (el célebre Señor de las Moscas), miedos y odios. Sin pretenderlo y quizás porque el ser humano es así, a imitación de los mayores, "crearan" el origen mismo de la guerra. Los conflictos que llevan al odio por querer ser más que el otro.
Novela terriblemente pesimista, se hace aún más trágica ante la precocidad de los niños (porque no dejan de ser niños) para revivir los conflictos de los adultos, mediante un código moral deprimente y que, sin embargo, es universal en tanto en cuanto que para nuestra desgracia desde la prehistoria hasta la actualidad la historia del ser humano ha sido la historia de la guerra.
Considerada como una fabula moral de nuestro tiempo, "El Señor de las Moscas", a pesar de que en un inicio pudiera ser una novela juvenil de aventuras, tiene poco de juvenil y de aventuras y sí de pura reflexión para nosotros y las generaciones venideras.
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