No es precisamente esta pintura la más conocida de Velázquez y hasta hace algunos años de dudo de la autoría del mismo. No porque no fuera un buen cuadro, sino por la gran dosis de emotividad que inspira el mismo, algo muy alejado de las obras del pintor sevillano. Hasta 1858, año en el que adquirido por la National Gallery en Londres no se tenía constancia de este cuadro, aunque determinados elementos circunstanciales han llevado a la crítica especializada a aceptar la autoría de Velázquez.
En el mismo vemos a Cristo azotado y ensangrentado en el suelo, amarrado a la columna de la izquierda, abandonado por sus verdugos. De la cabeza doliente del Salvador del mundo parte un rayo de luz dirigido hacia el Alma Cristiana, que representa a un niño en actitud orante ("en verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entraran en el Reino de los Cielos"), el cual aparece acompañado por un ángel. Lo impresionante no son los claroscuros (algo habitual en la época), sino las expresiones de los rostros de los personajes, tratados con una enorme dosis de realismo. Se asegura que es posible que el autor pudiera haberse inspirado en múltiples obras del Renacimiento Italiano para realizar a su Cristo abandonado de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario