Sisifo fue fundador y rey de Éfira, nombre por el que los antiguos conocían a Corinto, siendo promotor de la navegación y el comercio, pero tenía un defecto: era un individuo tremendamente avaro y mentiroso. Desde los tiempos del gran Homero, Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres.
Sin embargo, cometió un error que pagaría muy caro. Sísifo le dijo a su esposa Mérope, la cual era la séptima de las Pléyades y una de las hijas del titán Atlas, que cuando él muriera no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos, así que en el infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a Hades para que le permitiese volver al mundo superior (de los vivos) y así persuadirla. No obstante, cuando estuvo de nuevo en Corinto, rehusó volver de forma alguna al inframundo. Quería escapar a la muerte, permaneciendo en el mundo de los vivos. La jugada le salió mal, puesto que fue devuelto al inframundo a la fuerza por Hermes.
En el infierno, Sísifo fue castigado, siendo obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina, dicha piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio... y así para toda la eternidad.
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