Hay una teoria que dice que los escritores necesitan un ambiente relajado y sin gente a su alrededor. Dejando de lado que cada persona es un mundo, también es verdad que hay gente que se empeña en hacer todo lo contrario por empecinamiento.
Uno de ellos parece Charles Dickens (sobran las presentaciones), según nos lo relata su cuñado Burntt:
"Una tarde en Doughty Street, la señora Dickens, mi esposa y yo estábamos charlando de lo divino y lo humano al amor de la lumbre, cuando de repente apareció Dickens. '¿Cómo, vosotros aquí?', exclamó. 'Estupendo, ahora mismo me traigo el trabajo'. Poco después reapareció con el manuscrito de Oliver Twist; luego sin dejar de hablar se sentó a una mesita, nos rogó que siguiéramos con nuestra charla y reanudó la escritura, muy deprisa. De vez en cuando intervenía él también en nuestras bromas, pero sin dejar de mover la pluma. Luego volvía a sus papeles, con la lengua apretada entre los labios y las cejas trepidantes, atrapado en medio de los personajes que estaba describiendo…"
Una historia curiosa qye nos demuestra que aún en soledad o en compañia, el escritor siempre es escritor. Y Charles Dickens es uno de los más grandes.
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