jueves, 7 de enero de 2021

La justicia de Zaleuco

"Todos los que habitan la ciudad y su territorio, deben creer y tener por cierto que hay dioses; estamos convencidos de esta verdad desde que miramos el cielo, el universo y el orden admirable que reina en todas sus partes; lo cual no es obra del acaso ni de la industria humana. Deben honrar y servir a los dioses como autores de todos los bienes que conseguimos, cuidar de sí mismos y arrojar de su corazón toda pasión criminal, porque los malos no honran á Dios, ni las ofrendas le hacen propicio, ni los espectáculos teatrales le seducen, como a un mal hombre; solamente se le puede agradar con la virtud, con la justicia, con las buenas obras. Que todos se esfuercen en ser buenos por afección y en efecto, para hacerse agradables á Dios, que tema más la pérdida del honor y la vida que la de sus bienes; el mejor ciudadano será quien más aprecie la virtud, la justicia, que las riquezas. Que los que miran con repugnancia estas verdades y cuyo carácter se inclina á obrar mal, recuerden que hay dioses y que castigan á los malos; que piensen en el último momento de su vida: entonces se recordará el mal que se hizo, se sienten los remordimientos, y se quisiera haber observado una vida inocente. Jamás debe perderse de vista aquel instante fatal. Debe servirnos de regla en todas nuestras acciones"

Preámbulo de las leyes de Zaleuco

Zaleuco de Locri (también llamado Zaleuko, Zaleucus o Zaleuchus) fue un legislador griego del siglo VII a. C., que dio leyes a la ciudad de Locros Epicefirios, en Magna Grecia al sur de la Península Itálica; en lo que es conocido como Código Locrio, que es el  primer código de leyes escrito conocido de la civilización griega. 
 

Poco conocemos de este hombre, pero sí conocemos una anecdota relacionada con él. Un hijo suyo fue condenado por adulterio, cuya pena por ello era la pérdida de ambos ojos.  El legislador podría haber aprovechado su posición para exonerarle, pero fue más allá de todo eso; no sólo no perdonó a su hijo, sino que ordenó que distribuyesen la pena. A cada uno (padre e hijo) se le amputó un ojo dado que Zaleuco consideró (no sin razón) que el tenía parte de culpa en el comportamiento de su hijo al no haberlo educado correctamente.
"Perdonaré a medias a mi hijo, ya que no es él el único culpable, y mandaré que le saquen solo un ojo; el otro me lo sacaré yo, pues siendo su padre debí haberlo educado mejor, y así se dará cumplimiento a la ley, ya que ésta nada dice sobre qué ojos hay que sacar"
Otra anécdota nos relatata que debido a que se le requería urgentemente, hubo de incumplir él mismo la ley de que no podría entrar armado a la asamblea y cuando le hicieron ver dicha infracción, depuso su espada como sacrificio al orden social establecido por él mismo.
Lo demas es leyenda. Se dice que antes de ser legislador habría sido un pastor esclavo, el cual había sido instruido por Atenea, diosa de la Sabiduria, en sueños y se llego a decir que fue discípulo de Pitágoras, algo absurdo dado que no fueron contemporaneos.
Del código locrio se conservan 14 fragmentos:
  1. A ninguno se le permita alienar su patrimonio, si no le acaece alguna desventura, reconocida públicamente.
  2. A los locrianos no se les permita poseer ni esclavos ni esclavas.
  3. Sáquense los ojos a los adúlteros.
  4. Prohíbase a las mujeres llevar vestidos dorados y sedas refinadas si no es para casarse.
  5. Deben las mujeres casadas vestir ropas blancas al caminar por el ágora con sus criados, e ir seguidas por una esclava. Las núbiles pueden llevar ropa de varios colores.
  6. No se debe acudir con espada a la asamblea.
  7. Condénese a multa a quien, volviendo de lejanas regiones, introdujesen novedades.
  8. Condénesa a muerte al enfermo que hubiese bebido vino contra la prohibición del médico.
  9. Prohíbase llorar a los muertos... tras haber sepultado el cadáver.
  10. Prohíbase emprender juicio entre dos partes si antes no se ha intentado la reconciliación.
  11. Impídase la venta de comestibles por otros que no sean sus productores.
  12. Condénese a muerte al ladrón.
  13. Sáquese un ojo a quien se lo sacó a otro.
  14. El que proponga a la asamblea una reforma o sustitución de una ley vigente, debe llevar una soga al cuello, preparada para ahorcarle si la propuesta no se aprueba

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